BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Las palabras y las cosas, incluido el sufrimiento.


El pasado sábado, cuando iba en el autobús a mi casa, sonó mi móvil. Era María, mi mujer, que me preguntaba si no estaría a la altura de unos grandes almacenes que hay cerca de casa. Mi primera reacción fue mirar a mi alrededor a ver si se había subido sin que yo me diera cuenta, pero no; miré a la calle a través de la ventanilla, y tampoco la vi. Le contesté: «sí, estoy llegando a ellos, ¿dónde estás tú». Ella me dijo: «Estoy en casa, podrías acercarte al supermercado a comprar un trozo de queso parmesano». Mi mujer no necesita ponerme un localizador, yo creo que lee directamente mi cerebro. Así que inmediatamente me aclaró: «Ese queso que es duro y viene cortado como un triángulo muy alargado; si tienes dudas lo reconocerás porque en el envoltorio pone queso parmesano».

Cuando entré en el supermercado, alguien a mi espalda me llamó, así que me volví. Era un hombre de mediana edad con una barba cuidada, llevaba puesta ropa de motorista, de color negro, con un casco en la mano derecha y unas bolsas de comida en la mano izquierda. En el casco llevaba dos círculos concéntricos con los colores de la bandera de España. Cuando estuvo a mi altura me dijo: «Por qué no le dices al presidente que se vaya y convoque elecciones inmediatamente». Me presenté (aunque era obvio que sabía quién era yo, porque no creo que le vaya dando recados para el presidente a todo el que se cruza) y le dije: «¿Por qué habría de decirle eso al presidente?». El hombre me contestó que «si me parecían poco cinco millones de parados», a lo que le respondí: «No, naturalmente, cinco millones de parados no me parece poco; pero seguro que sabe perfectamente cuales son las razones por las que tenemos esos parados». El hombre me dijo: «¿No me irás a hablar de la crisis internacional», a lo que añadí: «Sí, y del modelo de desarrollo económico de nuestro país, y también me gustaría conocer qué hubiera hecho usted o qué haría si pudiera». El hombre se dio la vuelta y me dejó con la palabra en la boca. Conforme se alejaba pude ver que en la espalda llevaba una mochila que también tenía los círculos rojo y amarillo.

Para aquel hombre, como para la dirección del Partido Popular, el paro no es un problema económico y social, no es un problema complejo cuyas causas y remedios deban ser analizados y debatidos; para la derecha política el paro es exclusivamente un instrumento para expulsar a los socialistas del gobierno. Ellos no explican cuál es su diagnóstico, ni cuál es su terapia. Eso ya lo pensarán cuando manden, lo que es seguro es que su terapia será algo que duela, que duela mucho, porque para esa derecha el dolor siempre es una buena terapia. Si ese dolor coincide con un ciclo expansivo, entonces dirán que han hecho el milagro.

Hizo mal aquel hombre en dejarme con la palabra en la boca; no solo por educación, sino por estrategia política. En democracia, como en la vida, cuando las palabras dan un sentido verdadero a las cosas, incluido el sufrimiento, son más poderosas que las cosas, incluido el sufrimiento. No es el paro lo que les dará la victoria, sino nuestro silencio.

Llegué a la estantería de los quesos y había dos tipos de parmesano, parecían iguales y me quedé indeciso. Sonó el móvil, era mi mujer, y me dijo: «Elige el de la izquierda».