BLOGOSFERA
Un encuentro con motoristas
El domingo tuve un encuentro muy interesante con un buen número de motoristas. En los aparcamientos de Plaza Mayor. Llegué en moto, con un grupo de cinco desde el Paseo Marítimo de Poniente. Fue la primera vez que me subía en una de cierta cilindrada. Debo reconocer que la única experiencia que tenía era en la PSP de mis hijos, ¡y no es lo mismo! El pellizco en la barriga, las lágrimas que se te escapan por el viento de frente, una especie de subidón que probablemente sea menos cuando te acostumbras a ello. Y una tremenda sensación de fragilidad. Cada bache, que notas en el asiento; el temor a una reacción descuidada de un coche, un charco de agua... hace tener en cuenta que la conducción en moto es un placer... y un riesgo. Por eso entendí tan bien las peticiones razonables que estos moteros me dirigieron. Porque evitar accidentes es asegurar y cuidar vidas. Y no hay nada más importante que eso.
Entendí que es esencial contribuir a que Málaga haga la sustitución de los guardarrailes peligrosos (de efecto cuchilla) apremiando a que cada Administración contribuya a esta demanda que ya debiera ser una obligación legal.
Comprendí que es necesario cambiar la pintura de los pasos de cebra que son resbaladizos y por tanto peligrosos. Es una cuestión además de poco coste, a lo que me he comprometido inmediatamente.
Entendí que hay que crear como en otras ciudades de cierta enjundia (y Málaga es una de las ciudades con mayor número de estos vehículos en proporción a su población) el espacio (Adelanta Moto) para que las motos se adelanten en los semáforos para salir de una manera más ordenada y segura.
Es esencial en esta ciudad que se cree una comisión donde las organizaciones de usuarios de motos puedan aportar sus propuestas, sus iniciativas, sus soluciones para una conducción más placentera y segura. Y para coordinar actuaciones sobre la ciudad que les afectan: la gravilla suelta tras las obras, los riegos a las medianas en horarios inoportunos que crean charcos imprevistos...
Hay que cuidar a estos colectivos porque aparte de la pasión por las dos ruedas, son gente solidaria, con su propio grupo y con los demás. Se vuelcan en causas solidarias y desinteresadas, y son amantes de nuestro patrimonio cultural y medioambiental.
Para todo ello, ha sido esencial escucharlos, y vivir la experiencia en mi propia piel. Sólo desde la sensibilidad se puede acertar (o aproximarse a acertar), gobernando.