BLOGOSFERA

Emelina Fernández Soriano

Control democrático de las cuentas públicas


Ayer asistí a la toma posesión de Antonio Manuel López Hernández como consejero mayor de la Cámara de Cuentas de Andalucía. Justo cuando se cumplen 23 años de su creación, creo necesario poner en valor la función de esta institución en un momento en el que la política está perdiendo la confianza de una parte de la ciudadanía, o así al menos lo dicen algunas encuestas.

La Cámara de Cuentas de Andalucía es un organismo que pocas veces obtiene la atención de los medios de comunicación, y por tanto, el índice de conocimiento de este organismo por parte de la ciudadanía será, seguramente, algo difuso en comparación con el resto de instituciones que configuran la arquitectura democrática.

Sin embargo, la configuración de la Cámara de Cuentas -como órgano de extracción parlamentaria e independiente del Gobierno- y su cometido -como institución fiscalizadora del presupuesto de las administraciones públicas- ofrecen suficientes razones para que los ciudadanos seamos conscientes de las garantías que sujetan nuestra democracia.

El eslabón de la cadena democrática que representa la Cámara de Cuentas es fundamental: Es la mejor garantía que controlar y fiscalizar si un ayuntamiento, una diputación o la Junta de Andalucía está gastando el dinero de los ciudadanos en aquello a lo que se comprometió a través de leyes y ordenanzas. Sobre todo si, quien lo hace, es un organismo independiente.

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