BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

El crisantemo y la TDT


Supongo que todos hemos visto casi las mismas imágenes: la foto de una chica sentada llorando en mitad de la desolación, mujeres que preguntan angustiadas por sus hijos, personas mayores que explican cómo lo han perdido todo, absolutamente todo, el aspecto ordenado de los lugares que acogen a las personas que se han visto obligadas a buscar un refugio. Gente que trata de limpiar y poner orden allí dónde limpiar y poner orden tiene sentido. Leemos las historias de los voluntarios jubilados que, en el interior de la central nuclear, luchan por evitar que se produzca la fusión del núcleo del reactor, al precio de contaminarse mortalmente.

En general, análisis y comentarios son unánimes en el elogio al pueblo japonés, a su disciplina y su civismo, ejemplares en medio de la tragedia que está viviendo. Fue, sin duda, ese espíritu de abnegación y disciplina el que llevó al gobierno norteamericano, hacia finales de la II Guerra Mundial, a encargar a una antropóloga, Ruth Benedict, un estudio sobre la cultura japonesa; dicho estudio terminaría convirtiéndose en un libro, El crisantemo y la espada, que terminó siendo un clásico de la antropología cultural. Creo que fue la imagen de esos voluntarios que entraron en la central la que me recordó el libro. Ruth Benedict hablaba de una técnica zen, que consiste en actuar como si ya estuvieras muerto. No porque ya nada importe, sino porque así comprendes la verdadera importancia de cada cosa.

Es curioso, nosotros a eso lo llamamos tomar distancia, y eso es precisamente lo que hacemos o aconsejamos hacer cuando nos vemos frente a acontecimientos que rompen el orden de nuestras vidas. Es posible que quizá no seamos tan distintos de los japoneses, al fin y al cabo somos humanos, y que seamos nosotros mismos los que establezcamos imágenes y convenciones, sin demasiada base, sobre las diferencias entre unos seres humanos y otros.

Viendo las imágenes del tsunami me ha venido a la memoria lo sucedido en Nueva Orleans con las inundaciones consecuencia del huracán Katrina. Casi todo el mundo recuerda las noticias sobre asesinatos, saqueos y violaciones, en la ciudad, e incluso en la Dome y en el Convention Center, los principales centros en los que se refugiaron las personas evacuadas de sus casas. Lo que quizá todo el mundo no sepa es que la mayor parte de la información que se publicó fueron exageraciones, cuando no lisas mentiras, como denunciaron los medios de comunicación locales cuando pudieron investigar lo ocurrido. Los principales desmanes en aquella ocasión fueron los que cometió la Administración Bush, incapaz de prevenir lo que ocurrió, e igualmente incapaz de organizar la ayuda. Sin embargo, la gente actuó, en su inmensa mayoría, de una forma civilizada y sensata.

Quizá los pueblos no somos tan distintos como la gente que habla de nosotros, es posible que quienes cuentan el civismo casi heroico de los japoneses tengan algo también de héroes cívicos, y que quienes exageraron sobre la falta de civismo de los ciudadanos de Nueva Orleans estuvieran actuando incívicamente. Por eso me entristece que entre nosotros haya quienes para alabar, con razón, el ejemplar comportamiento de los japoneses, sientan la necesidad de menospreciar a sus conciudadanos. Hasta el honor de los héroes japoneses quedaría devaluado si participaran en algunos programas de nuestras televisiones.

TRANSPARENCIA

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