BLOGOSFERA

María Gámez Gámez

El Bangalore malagueño del trabajo social


En un contraste casi imposible he pasado de la alegría del Carnaval a aterrizar, no desde luego por primera vez, con la dureza de algunos de los barrios de Málaga. Ayer estuve visitando numerosas asociaciones que trabajan en el entorno de la Cruz Verde, zona que conozco desde pequeña, para comprobar las dificultades de la zona y el extraordinario trabajo social que se realiza desde allí.

Ha cambiado mucho esta parte de Málaga en cuanto a infraestructura y viviendas se refiere. Me refiero desde aquellos años en que no pasando yo de diez años recogía una amiga que vivía en la Cruz Verde para ir al colegio. Se llamaba “Mamem”, o sea Mari Carmen. Entonces recuerdo cómo la falta de saneamiento en las casas hacía que improvisaran en el propio salón el lugar donde hacer sus necesidades en un cubo. Mamem formaba parte de una extensa familia que a pesar de sus escasos recursos siempre ofrecían algo de comer cuando pasabas por su casa o te invitaban a un café matutino que yo no admitía pero que ella, a pesar de su corta edad, tomaba con normalidad cada mañana. Viviendas paupérrimas y economía de subsistencia, y gente solidaria.

Ayer comprobé cómo, a pesar del cambio tras varias décadas, la crisis se ceba con especial dureza los barrios más humildes, y que los servicios sociales casi no dan abasto para atender los graves problemas de desestructuración familiar, adicciones, y simplemente, y en todos estos casos, pobreza.

Allí Cruz Roja ofrece, en una sede a punto de tener un necesario traslado, hasta 40 duchas diarias en un solo baño al que se accede por un pasillo estrecho con más tráfico que la Castellana, para los sin hogar. Allí Asima atiende, facilita pruebas de VIH y trabaja en talleres de reciclaje con estos enfermos. Allí un pintor, por compromiso personal, reúne un grupo de niños que necesitaban apoyo escolar y atención “porque si no estarían en la calle haciendo nada bueno”. Allí se reparte comida por parte de un grupo de personas en desempleo que “al menos estamos ocupados con esto y si nos falta de comer algo también nos llevamos a casa”.

También, como si de Bangalore, en la India, se tratara, pero a diferente escala, y en vez de tecnología, se trabaje desde lo social, se concentran, calculo yo casi un centenar entre trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas y logopedas; la mayoría mujeres jóvenes, que trabajan en esas asociaciones y otras como Ojalá (que debería llamarse Ojalá encuentren otro local más decente), la Asociación de enfermos de Lupus, de Padres de niños sordos, Incide, La Caixa programa social, y otras más.

Demasiada información y emoción para haberlas recorrido en un solo día. Me han asaltado a esas horas imposibles de la noche cuando el disco duro de mi mente trabaja supuestamente en "modo off" pero realmente en standby, y por eso he decidido que salten de ésta al teclado, y luego al blog.

Desde estas letras no puedo más que mostrar mi compromiso con el trabajo social y la necesaria recuperación de nuestros barrios más humildes, donde la ciudad debe implicarse activamente. Cuidar del entorno, y de las personas. Rehabilitar barrios y familias. Procurar trabajar para su normalización, su preparación para el empleo, y abrirles oportunidades de trabajo.

Pagar por una renta de alquiler 300 euros (6 billetes de 50 euros, me dice una señora, en una curiosa forma de contar el dinero) es algo sangrante para muchos de allí aunque no les quede más remedio. Ha cambiado demasiado Málaga para que algunos apenas lo noten más allá del saneamiento.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos