BLOGOSFERA
¡Por favor!
Desgraciadamente volvemos a conmemorar otro 25 de Noviembre como Día Internacional Contra la Violencia de Género, a pesar de que cada día sabemos más sobre esta lacra social, su concepto (todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer); o cuáles son las circunstancias que hacen que se produzcan. Seguimos en la ardua tarea del trabajo que requiere que la desigualdad y, por ende, la violencia de género, desaparezcan de nuestra sociedad. Dada la complejidad del tema centraré esta reflexión en tres de las reacciones críticas que se han producido al equiparar la igualdad a otros derechos como la libertad.
Como es sabido, la violencia de género nace de la desigualdad existente en las relaciones de poder históricamente establecidas entre hombres y mujeres. Hasta hace bien poco todo lo que tenía que ver con la igualdad era políticamente correcto. Sin embargo, actualmente la derecha no alude en sus planteamientos al origen la misma. La negación, sobre todo cuando es creada intencionadamente, es el elemento previo a la justificación de que no hace falta adoptar medidas de prevención encaminadas a la raíz del problema. Con este planteamiento reducido a las consecuencias (y no todas) se plantean que la Ley no sirve porque sigue habiendo mujeres asesinadas. Hasta donde yo sé el hecho de que tengamos un Código Penal no ha impedido que se cometan los delitos en él penados.
Otra de las cuestiones planteadas es la necesidad de ampliar el objeto de la Ley y que se reconozca a los hijos e hijas como víctimas de la violencia de género. Nuestra Ley no sólo protege a las mujeres, sino también a estas víctimas infantiles de la violencia de género. De hecho, es evidente que estos menores necesitan una protección especial por lo que el pasado mes de abril, el Gobierno promovió destinar un presupuesto específico para la prevención y protección de las víctimas infantiles de la violencia de género. ¿No es esto más eficaz que ponernos a modificar el objeto de una Ley Orgánica?
Por último, está la campaña emprendida por algunas personas (apoyadas por grupos y medios de comunicación ultraconservadores) que pretenden instalar en nuestra sociedad la falsa idea de que muchas de las denuncias de maltrato que se presentan son inventadas, cuando los datos demuestran todo lo contrario. En efecto, según el Consejo General del Poder Judicial el 018% de las denuncias son falsas, la mitad de las denuncias no llega a juicio oral porque los magistrados de instrucción no ven suficientes pruebas de cargo contra el agresor, pero eso no significa que la víctima se haya inventado la denuncia.
A pesar de que existen estas y otras reacciones críticas, tenemos un dato positivo según datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género: más del 96% de la ciudadanía rechaza de plano este tipo de violencia. Seamos conscientes de que cuestionar lo que cuestiona la igualdad es mantener el caldo de cultivo para que siga existiendo la violencia de género. Por ello, hago un llamamiento a la conciencia de toda la ciudadanía para movilizarnos contra los maltratadores, para que no encuentren ningún resquicio de impunidad para sus terribles actos. ¡Por favor!