BLOGOSFERA
Irresponsable...
cuanto menos me parece el comportamiento de quienes, amparándose en criterios de oportunidad, intentan, con la preocupación e identificación con su dolor que con motivo de una tragedia familiar recaudaron de toda la sociedad, cebar un cañón que apunta sólo a un sector de esa sociedad: el que no comparte los postulados políticos de la derecha conservadora de la que, seguramente cegados por el sufrimiento, han acabado convirtiéndose en servidores. Están haciendo un uso inadecuado y fraudulento del apoyo incondicional recibido para ir contra algunos de quienes se lo brindaron. Algo de traición, por tanto, hay en ello.
El respeto que merece la desolación de las personas que ven segada, de manera inesperada y violenta, la vida de un hijo no precisa de la mínima explicación para cualquiera que tenga el corazón por algo más que una víscera. El resquebrajamiento de ese respeto que se produce cuando el afligido se somete a las exigencias del guión impuesto por el espectáculo mediático, tampoco exige argumento alguno para ser entendido. Y es que hay cuestiones que requieren de mucha delicadeza cuando se trasladan fuera del ámbito de la intimidad. Sobre todo en cuestiones como la que trato, en las que la exposición pública debería servir, casi en exclusiva, para concienciar a la sociedad de la necesidad de actuar con mayor rigor, tanto en la persecución del delito como en las medidas preventivas con relación al mismo, cuidando de no desviar el asunto hacia posiciones extremas y obscenas ni de agredir a quien por mantener la solidaridad ante el dolor no está dispuesto a hacer dejación de los principios inspiradores de su ideología.
Escuchaba anoche a uno de los afectados, en un programa de televisión estructurado en forma de mesa de debate, afirmar que el Presidente del Gobierno, refiriéndose a la masificación de las prisiones españolas, le confesó (en una entrevista privada de la que no consta prueba alguna) que es más barato echar a los delincuentes de las cárceles que construir otras nuevas. Estoy seguro de que Rodríguez Zapatero tiene el sentido del reparto de poderes en una democracia bastante más claro que quien anoche tan a la ligera se manifestaba y sabe, por tanto, que las cargas penitenciarias las establecen únicamente los jueces, por lo que estoy más inclinado a creer en la impertinencia de quien tan insensatamente hablaba que en la falta de sensibilidad del Presidente del Gobierno, en un asunto respecto al que ha dado pruebas suficientes de tenerla.
Pero si bien no son comprensibles tales actitudes en base a un criterio de racionalidad, es fácil entender que de tal criterio se separe quien sufre en sus carnes y en su alma la acción avasalladora de la irracionalidad. La que no es razonable ni responsable, sino grosera, es la actitud del principal partido de la oposición parlamentaria en España, por más que ya nos tenga acostumbrados a funcionar en base a titulares de prensa y a coger el mástil de todas las banderas con tal de causar desgaste al partido del gobierno. Cuando pide, ahora, la instauración en España de la cadena perpetua, intentando utilizar para sus fines el dolor de algunas familias y la sensibilidad que el mismo despierta en el resto de la sociedad, el principal partido de la oposición no sólo está olvidando la función rehabilitadora y de reinserción que la legislación española concede al cumplimiento de la condena impuesta al delincuente, sino que en una sociedad democrática y madura no se puede legislar a golpe de emociones, porque la ley ha de situarse por encima de la circunstancia.