BLOGOSFERA
Conciencia fraternal
Pensaba no escribir nada, porque cuando lo he hecho de casos parecidos a éste del que hoy voy a ocuparme no faltaron quienes, siendo buenos amigos, amablemente me recomendaron ser más prudente para no desviarme de lo políticamente correcto y fueron muchos los algo menos amigos que abiertamente me reprocharon lo que interpretaron como claro signo de incumplimiento del fuero aplicable a los políticos que, según ellos, impide a quien ostenta representación pública ejercer el derecho a la libertad de opinión. Por eso no he escrito antes, dejando pasar los días para que nadie interprete mis palabras fruto de la improvisación o de la ofuscación momentánea. Pero, queridos amigos, si no digo algo me sale urticaria. Además, escribo sobre asuntos de conciencia y con relación a ella cada cual se representa a sí mismo.
Pues resulta que con toda la bondad, humildad, fraternidad, prudencia y sabiduría que se han de suponer a la dignidad de mitrado, uno de ellos afirmó, el mismo día en que se desencadenó la catástrofe en Haití, que la misma le preocupaba menos que la pérdida de valores de la sociedad actual.
Lamentable irreverencia al criterio de oportunidad, lamentable incoherencia entre lo que representa y lo que dice, lamentable falta de respeto a la sociedad. Porque los individuos de la misma, tan ayuna de valores según el mitrado, están en estos días, en casi todo el mundo, ofreciendo lo mejor de sí mismos para intentar reparar el daño (hasta donde es posible, porque las decenas de miles de vidas perdidas es una espantosa e irreversible tragedia), mostrando que solidaridad y bienestar no son incompatibles y que quienes disfrutan de éste saben responder con generosidad cuando es necesaria aquélla.
Cientos, miles, millones de personas, de España en concreto, que probablemente estén a favor del divorcio, de una regulación del aborto que amplíe hasta donde es posible la capacidad de la mujer para decidir sobre sí misma, del matrimonio entre personas del mismo sexo, de que sus hijos reciban clases de Educación para la Ciudadanía, del uso del preservativo para prevenir tanto enfermedades como embarazos no deseados, desde la más grande ciudad al pueblo más pequeño, están entregando su tiempo, su esfuerzo, sus aportaciones económicas, su voluntad fraterna, para paliar en lo posible la desgracia de aquellos a los que la distancia no sitúa tan lejos de su corazón como parecen estar las palabras del mitrado de la misericordia.