BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Alcaldes


Pasa en más actividades, a los militares, a los médicos, también al gremio de los cerrajeros y, en general, a todos aquellos que se dedican al servicio público, pero si hay alguien que tenga una disponibilidad de veinticuatro horas los siete días de la semana, esos son los alcaldes. Suele dar igual el tamaño de su población, pero hay tamaños más comprometidos que otros.

Los más «peligrosos» son aquellos con una población lo suficientemente pequeña como para que forme parte de los hábitos de convivencia ir a la casa del alcalde a eso de las dos y media de la tarde a plantearle algún problema o preocupación, y lo suficientemente grande como para que un evento así pueda ocurrir dos o tres veces por semana. En nuestro país hay más de ocho mil ayuntamientos, y se escuchan voces de que sobra un cierto número de ellos dado el pequeño tamaño de los mismos.

No entraré en esa polémica pero, si sobran ayuntamientos, lo que no sobran son alcaldes. Los alcaldes son los políticos por antonomasia, en el sentido más pleno del término, que también es el más noble. Salvo por el tamaño, los alcaldes son lo más parecido al presidente del Gobierno de cualquier país, sus dominios políticos van desde las infraestructuras materiales hasta las más elevadas tareas del espíritu, desde el alcantarillado hasta la cultura. Desde hace muchos años estoy convencido de que el éxito y la solidez de nuestra democracia se deben a que es una democracia de alcaldes, una democracia de municipalistas experimentados.

El pasado fin de semana los socialistas celebramos en Sevilla nuestra Convención Municipal. Lejos de sus plazas y de sus calles, centenares de alcaldes y concejales se concentraron durante el fin de semana para hablar de política municipal, para hablar y para escuchar, porque los concejales y los alcaldes escuchan mucho. Escuchan a sus vecinos en las oficinas de sus ayuntamientos o cuando los paran en mitad del paseo de la mañana del domingo, mientras sus familiares y amigos se alejan con la esperanza de que lleguen si no al aperitivo sí al menos antes de que sirvan los postres.

Quizá por eso, porque saben escuchar, la sala de conferencias estaba siempre llena este fin de semana en Sevilla; llena de alcaldes y candidatos, cazadores de ideas, pescadores de experiencias, recolectores de buenas prácticas. Verdaderos gourmets de los mejores menús políticos que se sirven en estos tiempos, dispuestos a llevarse a sus pueblos las mejores respuestas a la crisis, que son también semillas de un futuro distinto al pasado que nos trajo a estos acantilados en los que han embarrancado la economía del mundo y la nuestra.

El domingo los vi marchar dándole vueltas a la educación vial como alternativa a las multas, al deporte para jóvenes y mayores, a los horarios de los servicios municipales, o a ideas tan llamativas como los «bancos de tiempo» para que quienes tienen tiempo, como los jubilados, puedan invertirlo en algo que lo llene de sentido y así hasta sumar un buen montón de iniciativas para la vida y la felicidad de sus pueblos y ciudades. Todos ellos tienen un aire de familia y muchas cosas en común, pero la que más llama la atención es esa forma de entender el poder democrático tan moderna que pone más pasión en comprender la vida que en gobernarla. Quizá por eso haya tantos que la gobiernen tan bien.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos