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José Andrés Torres Mora

Se necesitan empresarios alemanes


La noticia de que la canciller Merkel va a pedirle ingenieros al Gobierno de España nos llena la cabeza de pensamientos e imágenes contradictorios. El primer choque tiene que ver con nuestra idea de la emigración a Alemania asociada a trabajadores no cualificados como los que en las décadas de los cincuenta y sesenta fueron a trabajar en las obras y en las fábricas de aquel país. El segundo choque tiene que ver con la idea de emigrar de nuestro país, algo que hace cinco o seis años a muchas personas les hubiera resultado inimaginable.

La elaboración política de esas primeras ideas viene después, y es ahí donde resulta más fácil resbalar. Sobre todo porque sería bueno saber a lo que nos estamos refiriendo en términos cuantitativos, pues dudo que nos encontremos frente a algo ni siquiera remotamente parecido a lo que vivimos hace cincuenta años. Más bien cabría esperar que nos halláramos frente a un ajuste sectorial parecido al fenómeno de emigración de trabajadores de la sanidad que hemos vivido en la última década. Basta con hacer un poco de memoria para recordar, en pleno crecimiento económico, algunos programas de televisión y reportajes de periódico sobre médicos y otros sanitarios españoles en Gran Bretaña, Irlanda o Italia.

En esta vida conviene evitar el oficio de profeta, pero no parece que nuestro saldo migratorio vaya a cambiar de signo y volvamos a tener más emigrantes que inmigrantes. De todos modos nada va a impedir que la golondrina de Merkel traiga un tardío verano de demagogia nacionalista, con sus tormentas mediáticas y preguntas parlamentarias. Nuestra derecha aprovechará sus tertulias para practicar su deporte preferido: menospreciarnos. Los mismos que para justificar su fracaso político en el desarrollo de nuestra región decían que éramos un pueblo perezoso hace cincuenta años, tuvieron que tragarse la magnífica reputación de los trabajadores andaluces en particular, y de los españoles en general, en los países centroeuropeos. Sin embargo ellos no están dispuestos a que la realidad les arruine un buen prejuicio. Con esa arcilla humana con la que las élites económicas de nuestro país no podían hacer nada, se construyó la prosperidad europea. Treinta años de democracia han hecho que además de los magníficos valores de disciplina y esfuerzo de entonces, tengamos ahora buenas cualificaciones profesionales. Objetivamente es un avance espectacular que en unas pocas décadas hayamos pasado de exportar peones a exportar ingenieros.

Aunque no tienen mucho que ver la emigración de un peón y la de un ingeniero, es verdad que siempre queda un poso de frustración al ver cómo se van trabajadores cualificados de nuestra ciudad o de nuestro país. Dado que siempre hemos tenido buenos valores para el trabajo, y ahora con altas cualificaciones, quizá deberíamos mirar a otro lado para encontrar la solución. Del mismo modo que el Gobierno alemán, teniendo buenos ingenieros, viene a buscar a los nuestros, a lo mejor sería oportuno que el presidente Zapatero le pidiera a la señora Merkel unos cuantos empresarios alemanes; sin que eso suponga un desdoro para los nuestros, naturalmente.

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