Eternidades y cambios de última hora

Hay cosas que no cambian, que considero y siento como eternidades en mi vida. Porque lo son, porque han estado ahí desde mi más tierna infancia, porque forman parte de mi ADN intelectual y emocional. Como mi compromiso con el socialismo y el feminismo. No hay fecha de caducidad. Haga lo que haga, esté donde esté, no me entiendo como persona de otra manera que defendiendo esas dos banderas. Tampoco me entendería sin cambios.

El 30 de Diciembre, justo antes de irme de viaje a Milán con mi familia, me llamó Paco Barrionuevo, Presidente Ejecutivo de Novasoft, para comunicarme que me quería para otra responsabilidad más dentro de la empresa. En sus palabras denotaba la confianza que tiene en mí lo cual le agradezco desde aquí. Por mi formación, por mi nivel de inglés y por haber demostrado mi lealtad a la empresa, de la que hace justo un año formo parte, me voy a la línea educativa de la empresa. Entre otras cuestiones, daré clases de apoyo y organizaré las actividades extracurriculares en Novaschool. Todo ello sin dejar de ser la responsable dentro de la empresa de la Responsabilidad Social Corporativa.

Para cerrar este post, un cambio que puede parecer superficial. Llevaba tiempo queriendo hacer una pequeña remodelación en mi casa. Poner unas estanterías para mis libros que se amontonaban unos con otros sin dejarse ver ni tocar, cambiar el color de las paredes, poner la habitación de Daniela acorde a las necesidades de una niña de siete años. Hablando con una amiga una mañana de finales de Diciembre me pone en contacto con una persona que puede hacerme esos cambios. Dicho y hecho. Comienzo el año con una casa que ha cambiado su aspecto, más luminosa y que se parece más a mí porque refleja mis intereses, mis emociones y pasiones, las eternas y las cambiantes.