BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

El desaliento no es un buen negocio


Para demostrar la grandeza de Pericles como orador, Plutarco cuenta una historia divertida. Al parecer Arquidamo, el rey lacedemonio, le preguntó al rival del Pericles, Tucídides (el político), quién de los dos ganaría en un combate cuerpo a cuerpo. Tucídides contestó: «ganaría yo, pero luego Pericles se levantaría del suelo y convencería a todo el mundo de que había vencido él».

Veinticinco siglos después de Pericles, no es la brillantez retórica de nuestros adversarios, sino su potencia mediática, la que establece las interpretaciones, introduce las dudas y hasta cambia los hechos. Todavía hay personas que están convencidas de que el Gobierno dio dinero a los bancos, da igual que se explique por activa y por pasiva que en nuestro país eso no ha ocurrido, personas con buen nivel de formación e información lo divulgan sin cesar, absolutamente convencidas de su verdad.

Estos días empiezo a sentir cierta inquietud respecto al asunto de la huelga de controladores de la semana pasada. El viernes por la noche todo el mundo era consciente de que los controladores habían organizado una huelga que estaba haciendo un enorme daño a las personas y a la economía, el sábado todo el mundo respiró aliviado por la rapidez con la que el Gobierno había resuelto la crisis y había restablecido la normalidad en el tráfico aéreo. Una semana más tarde comienza a intuirse la construcción de una explicación alternativa, en la que los culpables intentan presentarse como víctimas, y se nos quiere hacer creer que los que resolvieron el problema en realidad fueron sus autores.

Lo malo de olvidar los hechos es que no podemos sacar lecciones de los mismos, y no deberíamos perdernos el significado para nuestra convivencia de lo sucedido el viernes tres de diciembre. Lo que ocurrió el viernes, tuvo lugar en un país, el nuestro, que lucha contra la peor crisis económica que podemos recordar. Esta crisis, como todas las pruebas con las que se encuentra una sociedad, tiene sus víctimas y sus héroes. Son víctimas quienes pierden injustamente sus empresas y sus empleos; son héroes quienes son generosos en la solidaridad, y quienes se esfuerzan por construir las bases de un nuevo periodo de crecimiento más sostenible. Son héroes de la crisis las personas mayores que han aceptado generosamente que se congelaran sus pensiones para que pudiéramos subir otras pensiones más bajas; lo son también los empleados públicos, los enseñantes, los sanitarios, los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, que han aceptado que se redujeran sus salarios para poder ayudar a quienes se han quedado sin nada.

Quienes abandonaron sus puestos de trabajo la tarde del viernes no eran víctimas de la crisis. Lo que hemos visto no ha sido la reacción en caliente de un colectivo humano desesperado que teme perder lo último que tiene; sino la reacción fría de quienes creen que de un momento de dificultad general pueden sacar un provecho particular. Se equivocaron, como se equivocarán quienes apuesten por el desaliento. No harán negocio en España, ni económico, ni político.

TRANSPARENCIA

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