BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Dormir y callar


La primera obligación de un prisionero es escaparse y la primera obligación de un político es hacer política. Mariano Rajoy lleva dos años comportándose más como un prisionero que como un político. Desde el comienzo de la legislatura no ha hecho otra cosa que huir de la política, es decir, escaparse de su responsabilidad de proponer una alternativa a la acción del Gobierno.

De entrada todavía estamos esperando que le explique a la sociedad española cuál es su diagnóstico del origen de la crisis económica en el mundo y en España, incluyendo su opinión sobre el papel que en la variante española de la crisis ha tenido la política de suelo del Gobierno del PP. Porque para entender el súbito crecimiento del paro, a lo mejor estaría bien explicar las razones del súbito crecimiento del empleo: en el año anterior a la publicación de la ley del suelo del Gobierno Aznar en 1998 se crearon en España veintiséis mil puestos de trabajo en la construcción, y en el año que siguió a la publicación de su ley se crearon ciento setenta y tres mil puestos de trabajo. En sus ocho años de gobierno multiplicaron por dos el número de trabajadores en la construcción. Ese fue el modelo de desarrollo económico de la derecha para España, y cuando se enfrió el soufflé nos encontramos que tres de cada cuatro empleos perdidos están ligados a la construcción.

No estaría mal que antes de detallarnos su alternativa, Rajoy nos explicara aquello que decía Álvarez Cascos de que si las viviendas estaban caras era porque los españoles las podían pagar. Uno no sabe si llamarlo insensibilidad social o puro cinismo. En 1998 comprar una vivienda de 90 metros costaba el salario de cinco años y en 2007 el de doce años. ¿Nos habíamos hecho ricos de pronto o los bancos nos habían prestado dándonos cuerda para que nos asfixiáramos con una deuda privada que hoy pesa como una losa en la economía de nuestro país? A lo mejor, de camino que Rajoy se anima a explicarnos por fin cuál es su receta para salir de la crisis, podía contarnos también como apostaron por un modelo de crecimiento que destrozó parte de nuestras costas y corrompió algunos de nuestros ayuntamientos, que sacó a nuestros jóvenes del sistema educativo atraídos por la flauta del dinero rápido y el consumo.

Así se entiende que la derecha no quiera hablar del pasado, pero si no quiere hablar de la etiología de la crisis en España, podía hablar de la terapia. Sin embargo, Rajoy no quiere explicar ni el pasado ni el futuro. No quiere explicar lo que hará porque es lo mismo que hizo. Todo el mundo sabe que a estas alturas el gato se conoce de memoria el cuento de La ratita presumida, así que deberíamos empezar a sospechar de uno que sólo hace dormir y callar, no sea que en la noche de su poder vuelva a comernos años de vida y esperanza.

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