BLOGOSFERA

Meli Galarza Fernández

Jugar con fuego


¿Cuántas veces nos han avisado desde que somos criaturitas de los peligrosos del fuego? ¿Cuántas nos han alejado nuestras madres de los fogones? ¿Cuántas en las noches de San Juan nos han prohibido saltar la hoguera? ¿Cuántas nos han quitado de las manos los mecheros de los que misteriosamente salía fuego? ¿Y cuántas hemos oído el refrán “El que juega con fuego siempre sale quemado”?

Pues sí. Muchas veces nos han avisado de lo peligroso que es el fuego, pero la verdadera enseñanza que encierra, esa que no corresponde al sentido literal, rara vez cala. Es normal que así sea teniendo en cuenta que la prohibición no es ni de cerca la mejor forma de enseñar y sí la más apropiada para, digamos, despertar la imaginación.

Y, desde luego, mucho menos entendemos el sentido no literal del refranero en lo que a relaciones personales se refiere ya que a lo dicho se suma el hecho de que no nos enseñan nada de nada sobre relaciones afectivo sexuales. Ahí también, sobre todo, prohibiciones y más prohibiciones de padres (sobre todo), madres, sociedad, iguales,… Y claro, luego pasa lo que pasa: que se juega con fuego y se sale “quemao”. O quemada.

Fundamentalmente quemadas. Las mujeres nos quemamos de diversas maneras y, a veces profundamente porque desde pequeñas nos han educado en lo afectivo en términos de entrega al hombre, lo que suele implicar vivir por y para ellos. Me gustaría pensar que la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva puede ayudar de alguna manera a cambiar los comportamientos, los aprendizajes, los estereotipos, los clichés. Es un deseo profundo para que las futuras generaciones de mujeres no se quemen.

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