BLOGOSFERA

Ignacio López  Cano

Se asoma el peor PP posible


Hechos son amores, que se suele decir. Pues hechos son que el PP ha dejado claro con sus actos en el para quién y sobre todo el para qué ansían el poder. Con Alberto Núñez Feijóo y sus camaradas Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno Bonilla tenemos ya todos y todas muy claro que proteger a las élites es el motivo y la causa de su participación política. Son la derecha, no esperábamos menos, pero el descaro con el que lo hacen sí llama la atención. Lo demuestran votando en las Cortes Generales cada vez que se tercia y lo demuestran en los gobiernos autonómicos en cada acción política y en cada discurso público.

Sirva como ejemplo este inicio del curso político y la posición que ha mantenido el PP sobre los impuestos. Primero votaron en contra de gravar de forma excepcional los beneficios extraordinarios de empresas eléctricas y financieras como consecuencia de la guerra de Putin y en segundo lugar, con la supresión del Impuesto de Patrimonio en Andalucía, un impuesto cedido a las Comunidades Autónomas y con el que Moreno Bonilla va a eximir de su pago a las 20.000 personas que más patrimonio tienen en Andalucía. Casi 100 millones de euros menos con los que pagar profesores o centros de salud.

En ambos casos, tanto con el Impuesto de Patrimonio como los impuestos a las eléctricas se vislumbra que el PP tiene claro a quién protege, a los grandes patrimonios y a las grandes empresas, y de eso no es que no tengamos dudas, sino que ya tenemos pruebas palmarias.

Son la derecha, no esperábamos menos, pero el descaro con el que lo hacen sí llama la atención

Y mientras la derecha del PP se afana en defender a quienes más recursos disponen, tenemos un Gobierno progresista con Pedro Sánchez al frente, que está tomando decenas de medidas para amparar a la clase media y trabajadora, como la reducción del IVA en las facturas de la luz y del gas, el transporte ferroviario gratuito en cercanías, los 400 euros de más para los estudiantes becados o los 20 céntimos por litro de gasolina, entre otras. Y a las que, por cierto, el PP ha votado en contra de todas ellas.

En política, los discursos y las palabras son importantes, pero solo sirven si los hechos las acompañan. Cuando los socialistas decimos que no queremos dejar a nadie atrás, esta afirmación puede comprobarse en el BOE. Cuando el PP dice que quieren salvar a España, lo que sale escrito en el boletín es que la España que ellos acogen es la España pudiente y lo hace a costa de la mayoría social, porque en la ecuación presupuestaria cuando ingresas menos vía impuestos cuentas con menos euros para los gastos que suponen los colegios, los centros de salud o las pensiones.

En esto conviene no hacerse trampas al solitario, decidir que los que más tienen paguen menos, significa que los que menos tienen reciban peores servicios del Estado cuando son los que más lo necesitan. Y mientras los ricos a los que salvaguarda el PP pueden acudir a servicios privados, la mayoría social o directamente no tiene esa capacidad económica o les supone una grandísima dificultad. Y ese es el país que quiere el PP, un país de desigualdad como nos dejó Rajoy tras siete años de gobierno.

La política consiste en elegir modelos de sociedad y establecer prioridades. Cuando se habla normalmente de izquierdas y derechas como opciones diferenciadas es porque efectivamente suponen políticas distintas. En estos meses, curiosamente con la llegada de Feijóo, vemos con más claridad qué país defendemos cada cual. Con Feijóo, Moreno Bonilla y Ayuso vuelve el PP de antes, el peor PP posible, de la mano de los más ricos a los que manifiestan sin pudor su respaldo y representación, y por el otro lado los socialistas con Pedro Sánchez con nuestros incrementos de becas, nuestros descuentos en el transporte para todos, nuestras rebajas de IVA en la energía y los incrementos de pensiones, salarios y prestaciones. Porque cada cual se debe a quién se debe, y los socialistas nos debemos a la clase media y trabajadora que son la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas. En el boletín puede comprobarse. Porque el BOE no engaña. Muchos poderes mediáticos sí.

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