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Daniel Pérez Morales

Málaga no puede expulsar a los malagueños


El modelo de vivienda que se debe defender desde una institución pública como es el Ayuntamiento de Málaga se basa en garantizar el principio de que todos los malagueños y malagueñas tienen el derecho a poder vivir en su ciudad, no a ser expulsada de ella porque no existan políticas que faciliten la accesibilidad, sobre todo para los más mayores y los más jóvenes.

Por eso, no podemos compartir ni defendemos el criterio urbanístico que Francisco de la Torre ha aplicado en la capital en casi 30 años, no solo como alcalde sino antes como concejal de este área. Así, vemos como la única aspiración de los sucesivos gobiernos del PP en la capital han estado basados simplemente en intentar seguir vendiendo suelo a todo costa desabasteciendo las posibilidades de que existan promociones públicas de viviendas en beneficio de la especulación y los intereses económicos para que el precio siga sin tocar techo.

Porque, si más de 5.000 malagueños han tenido que abandonar su ciudad en el último año por no poder acceder a una vivienda no es, como pretende hacernos creer el mantra-ocurrencia-insulto de De la Torre relacionado con el nivel de estudios. Simplemente es porque no existen políticas de vivienda pública dentro de la cabeza del alcalde cuando la capital, por eso, como alcalde, pondré en marcha la planificación de 10.000 viviendas públicas en la primera legislatura para dar solución a la alta demanda actual.

Y, ante este futuro, los últimos coletazos del PP es seguir deshumanizando esta capital a la que amamos todos y todas. Si lo único que se puede ofrecer es seguir ocupar los principales ejes existentes y de expansión de la ciudad y las posibles zonas verdes con edificios que llegan a superar las 30 alturas, es la prueba palpable de que este modelo no solo está agotado. Es que pone en riesgo que Málaga sea la ciudad amigable y que mira a sus barrios, no solo enfocados en un centro que parece cada vez más un parque temático.

Así, tenemos proyectos presentes como las torres en Martiricos que van a poner en un serio test de stress a esta zona en todos los ámbitos como es el aumento del tráfico diario o el aumento de demanda en los equipamientos sociosanitarios y educativos, entre otros, sin que se sepa qué solución se va a dar a este reto.

O, en Carretera de Cádiz, la negativa del equipo de gobierno a propiciar un gran parque urbano en los antiguos terrenos de Repsol, una intervención que sería un posible pulmón verde cuya propuesta cuenta con el aval no solo ciudadano. Este parque es la deuda que tiene el PP con uno de los distritos más masificados, pero ese parecer no está en la hoja de ruta ni de De la Torre ni de sus concejales.

Sin olvidar que también existe una Málaga que se resiste a perder su esencia como ocurre con los callejones del Perchel, vecinos que han sido abandonados a su suerte ante los intereses especulativos e inmobiliarios y que solo quieren seguir viviendo en el barrio que les vio nacer y que siguen defendiendo a diario.

Por eso, Málaga no merece un alcalde que expulse a sus vecinos. Es nuestro compromiso no solo que vuelvan los 5.000 que han abandonado esta ciudad porque no han existido políticas de vivienda pública para ellos y ellas, sino para que se pueda acoger a las generaciones futuras.

Porque el futuro de la ciudad se basa en la construcción de supermanzanas verdes en las zonas de expansión como Campanillas, Churriana, Teatinos o Puerto de la Torre. Son los distritos en los que se puede crecer con sensibilidad hacia los malagueños y malagueñas.

Solo faltan 256 días para que se logre ese cambio.

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