BLOGOSFERA

José Aurelio  Aguilar  Román

La cortina de humo


Este fue el título en español de una notable película estrenada en 1997, protagonizada por los admirados Robert de Niro y Duftin Hoffman.

Tras ser descubierto el presidente de Estados Unidos, en una situación escandalosa a las puertas de su reelección, uno de sus asesores decide inventarse el estallido de un conflicto bélico. El objetivo era, en primer lugar, desviar la atención de la prensa y, después, que el propio presidente pudiese presentarse como el heroico dirigente que ponía fin al conflicto. Todo ello a través del uso de los medios de comunicación, sin que en la realidad existiese tal conflicto. El foco mediático apuntaba al ficticio conflicto y el affaire real del presidente quedaba tapado.

No sé si Miguel Ángel Rodríguez tomó esta película como inspiración, pero estos últimos días he tenido la sensación de vivir la ‘versión española’ de La cortina de humo.

Una presidenta, acuciada por la posibilidad de que saliesen a la luz unos contratos irregulares o cuando menos inequívocamente reprobables desde el punto de vista ético, decide levantar una tupida cortina de humo que alejase el foco de aquellos contratos: denuncia un intento de espionaje ordenado desde su propio partido con fondos públicos del Ayuntamiento de Madrid. La presidenta mutaba su papel de sospechosa de corrupción a víctima de una trama de espionaje.

Como quiera que eso del “espionaje con fondos o medios públicos” no era algo desconocido para el PP, la cortina de humo tenía los visos de credibilidad que una operación de este tipo requiere.

El resto ya lo conocen y aún se sigue escribiendo el final de esta trama. Podría pensarse que, cobradas las cabezas de Casado y Egea, la operación ha resultado un éxito.

Pero creo que no. La ‘cortina de humo’ se ha disipado demasiado rápido y el foco vuelve a ponerse sobre lo mollar: el contrato, las comisiones y los posibles testaferros.

Todo lo relativo al hermano de Ayuso, el contrato de las mascarillas y el importe cobrado por la ‘intermediación’ resulta tan obsceno, repulsivo e inaceptable, que le costará a la presidenta y a su conocido asesor librarse sin dar cumplidas explicaciones y rendir cuentas. Y ello por mucho que, junto a VOX (otro adalid de la regeneración), haya impedido la constitución de una comisión de investigación.

El PP, el ‘nuevo’ PP que pueda salir de su próximo congreso, debería ser el primer interesado en que Ayuso dé cumplidas y documentadas explicaciones del contrato de las mascarillas y de las cantidades percibidas por su hermano, que no puede considerarse como ella pretende, una “cuestión entre particulares”, cuando de lo que se está disponiendo es de fondos públicos.

Si no lo hacen, legítimamente podrá pensarse que estamos ante el mismo PP de siempre y que la voluntad de regeneración política, no deja de ser un mero ‘argumentario de boquilla’, algo en lo que por cierto, también coincide con VOX.

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