BLOGOSFERA
Un gobierno por la igualdad
El mayor problema de esta ciudad, y también de este país, es la desigualdad. En nuestra sociedad existen innumerables desigualdades que hacen la vida más complicada a quienes las padecen. El acceso a la vivienda, la educación o el empleo son algunos de los ejemplos más claros. El trabajo principal de quienes nos gobiernan, quienes han sido elegidos para representarnos, no es otro que intentar promover medidas para acabar con estas diferencias que hacen mella en la convivencia y en la normalidad social de este país.
Precisamente, para acabar con estas desigualdades, para promover una sociedad más justa, nació el Partido Socialista hace más de 140 años. Un partido que irrumpió de manera clandestina, compuesto por trabajadores, para dar la voz y defender a las clases más desfavorecidas. Nuestras reivindicaciones siempre han sido acabar con las injusticias, por eso llevamos por bandera la igualdad.
Siempre, bajo esta premisa, han gobernado los diferentes gobiernos socialistas de nuestro país. Y más concretamente en estos últimos años desde que se instauró nuevamente la democracia. Es, y ha sido, el Partido Socialista quien ha trabajado para hacer cumplir los principios de igualdad mediante la adopción de leyes y medidas encaminadas a tal efecto. Fue el PSOE, y ningún otro partido, quien puso las bases para que tuviéramos unas pensiones dignas, un sistema sanitario de primera, una educación pública y de calidad, y unos impuestos justos y progresivos.
Nadie, absolutamente nadie, puede poner en tela de juicio la aportación de este partido a los cambios que ha experimentado nuestra joven, ya cuarentona, democracia. Como tampoco nadie puede poner en duda que este es un partido que ha fortalecido la convivencia y la unidad de España como país. Como socialistas la unidad siempre será nuestra máxima, avanzando hacia la universalidad, por eso fuimos quienes aupamos a España a unirse a la Unión Europea, porque juntos siempre seremos más fuertes.
Es por eso que el pasado martes, cuando salió elegido presidente del gobierno Pedro Sánchez, sentí una alegría inmensa al saber que se seguirá construyendo un país más igualitario, con más oportunidades para quienes peor lo están pasando. Sentí tristeza al ver a fuerzas políticas, supuestamente democráticas, adoptar tesituras propias de la extrema derecha, jugando a un juego que en nada beneficia a este país y su unidad. Sentí vergüenza al ver a representantes de lo público, elegidos por la ciudadanía, incitando al odio y profiriendo insultos desde la tribuna de oradores que debería ser sagrada. En definitiva, lo que más me dolió es que hemos construido una democracia fuerte, que ha crecido en el mundo, y ahora, unos pocos, no son capaces de respetar los resultados de las urnas.
Por suerte, Pedro Sánchez sabrá gobernar, como ya lo ha hecho en estos últimos años, desoyendo a estos agoreros del caos y la desolación, poniendo en marcha una agenda que tenga por objetivo mejorar la vida de los españoles. Me alegra saber que este gobierno, progresista, trabajará para eliminar los principales problemas de este país, los que comentaba al inicio de esta columna.
Sé, no tengo dudas, que este gobierno trabajará para acabar con las mayores desigualdades. Adoptando medidas para mejorar el acceso a la vivienda, que supone ya de por sí un drama habitacional en ciudades como en Málaga con precios medios de alquiler de 900 al mes. Garantizar una vivienda digna debe ser nuestra prioridad máxima.
Estoy convencido que seguiremos trabajando para que se cree empleo y de calidad, aumentando el salario mínimo interprofesional y mejorando las pensiones de quienes llevan toda una vida esperando ese ansiado descanso, en lugar de favorecer la precarización de los trabajadores como hace la derecha donde gobierna. Como sucede en nuestra ciudad, donde los trabajadores de los museos municipales (Pompidou o Ruso) cobran poco más de 600 € al mes.
Obviamente seguiremos manteniendo unos impuestos justos, buscando que contribuyan con equidad los que más tienen, y con menos lo que menos tienen. Un precepto tan básico y tan necesario. No puede ser que las grandes multinacionales evadan impuestos mediante ingeniería fiscal y no se haga nada por ello. Como tampoco es lógico que se promueva blanquear dinero negro a quienes defraudan al estado, tal y como hizo el PP cuando gobernaba.
Al final, lo que le molesta a esa derecha rancia, lo que realmente les ofende, es que gobernemos para la gente, con la gente, siendo gente. Lo que ellos nunca serán.