Las pasadas elecciones generales tiñeron de rojo el mapa político de la provincia de Málaga. No en vano, el 91% de los municipios eligió que el PSOE tenía que seguir siendo el partido que continuara con el cambio de rumbo que se inició con la moción de censura al gobierno de Rajoy.

No ha sido una victoria gratuita. Los más de 250.000 votantes que apostaron por el proyecto socialista dijeron alto y claro que querían un futuro de avances y de justicia social o un crecimiento económico que no deje a nadie en la cuneta, querían un gobierno que blinde la educación, la sanidad públicas y las pensiones.

La visión que teníamos enfrente era la de una derecha con tres cabezas que intentó repetir lo que sucedió en Andalucía el pasado 2 de diciembre, conformar un gobierno de perdedores en el que la batuta la tiene un partido que añora la España de hace más de 40 años. La España en blanco y negro en la que las libertades y los derechos eran censurados o en el que la mujer permanecía en la casa sin posibilidad de realizarse, ni personal, ni profesionalmente.

Ante esta amenaza, las urnas arrojaron un resultado claro fruto de la movilización: el PSOE es la primera fuerza en 94 de los 103 municipios mientras que el PP está en descomposición, canibalizado por quienes se presentan como diferentes pero al final son lo mismo. También ha quedado claro que no queremos un pacto de derechas como el de Andalucía. Y con ese mismo espíritu, el 26 de mayo los malagueños y malagueñas volveremos a apostar por las candidaturas socialistas a las alcaldías de la provincia.

Por tanto, la movilización sigue siendo necesaria para el 28 de abril y, una vez más, ese esfuerzo debe concentrarse en el respaldo al único partido verdaderamente municipalista, el PSOE. Porque los ayuntamientos tienen que seguir cumpliendo con su papel de ser una institución cercana y sensible a los problemas, y que la Diputación vuelva a servir para algo tras ocho años de uso partidista y discrecional por el PP. Y esos objetivos sólo pueden ser garantizados por los socialistas.

Por todo ello sabemos que, ante este 26M, la derecha llora. Y cuando esa derecha llora, la ciudadanía malagueña respira. Respira libertad y progreso para nuestro país y para los municipios de la provincia de Málaga.