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Patricia Alba Luque

Un cuento que dura demasiado


Hace más de 3.650 días que comenzamos a escuchar las primeras palabras de un cuento que no termina de hacerse realidad. Un cuento que podría tener un final feliz para todos los alhaurinos y alhaurinas. Pero lo cierto es lo que ocurre con la mayoría de las historias en las que el protagonista se repite más tiempo del que debería. Este cuento que paso a relatar está lleno de tribulaciones y de medias verdades, que son sin duda peor que las mentiras.

Hace más de 540 semanas a nuestro protagonista se le ocurrió una manera rápida para seguir masificando nuestro municipio, hasta convertir Alhaurín de la Torre en una urbanización infinita. Cemento y más cemento. Para tratar de conseguirlo, se ha afanado en seducir a los medios de comunicación y a los residentes de la localidad con tribulaciones. Cada día, ha elucubrado argucias para conseguir el apoyo de los cientos de propietarios de los terrenos a los que él llama Ciudad Aeroportuaria. Y no le ha importado mentir día tras día, ni contar medias verdades para vender humo sobre un proyecto que podría tener visos de futuro y desarrollo con sanas intenciones.

Pero la realidad, la dura realidad de la Ciudad Aeroportuaria que está en la cabeza de nuestro protagonista, es otra y, además, mucho más simple. Cemento, cemento y más cemento, como decía. Una gran urbanización de donde obtener más ingresos por IBI y tasas municipales para la cuenta de resultados del Ayuntamiento, para aumentar un erario público que, a la hora de confeccionar el presupuesto, no repercute realmente en la ciudad porque no se ejecutan los cuartos en las necesidades de nuestros vecinos y vecinas.

La dura realidad es que hace más de 120 meses que la Ciudad Aeroportuaria no es más que un nombre pretencioso para otra urbanización de viviendas en Alhaurín de la Torre. Nunca ha sido un proyecto generador de riqueza, nunca ha habido empresas más allá de inmobiliarias interesadas en el desarrollo de esta creación de grandes promociones y nunca ha existido la intención de crear 30.000 puestos de trabajo como tanto se ha anunciado y ni tan siquiera la oportunidad real de hacerlo. La realidad, como decía, es mucho más simple. Así, los políticos nos extrañamos de que la ciudadanía se separe de nosotros, nos extrañamos de que no crean en nuestro trabajo ni en el sano ejercicio de garantizar el bien común. Si todos los políticos fuésemos como el personaje de este cuento, lo verdaderamente extraño sería que todavía quedara gente que crea en la política.

El Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) en Málaga ha generado tras 25 años de funcionamiento unos 17.500 empleos, que trabajan en 630 empresas. Y eso que estamos hablando de una de las tecnópolis más reconocidas de Europa. ¿Me podría explicar alguien cómo es posible entonces que en la Ciudad Aeroportuaria, donde más del cincuenta por ciento de sus terrenos son residenciales, donde otro treinta por ciento está sobre terrenos inundables y zona agrícola, se van a crear 30.000 puestos de trabajo? Pues muy fácil, creo que de ninguna manera. Sencillamente, porque nunca ha existido otra intención que no sea la de construir miles de viviendas, la realidad es que esa ciudad se basa en multitud de cuentos y estos sí que son de verdad.

El primero de ellos, y ya me he referido a él someramente, es que casi la tercera parte de los terrenos sobre los que están proyectados son inundables y, por tanto, no edificables. Son y han sido terrenos agrícolas de incalculable valor en el mejor huerto natural del Valle del Guadalhorce que han generado y siguen generando gran riqueza, más allá del valor especulativo de las viviendas. Por supuesto, este hecho era conocido tanto por el personaje de nuestro cuento como por sus narradores, pero como siempre era más fácil mentir o contar medias verdades. Pues a por otras 520 semanas contando medias verdades.

El segundo de los cuentos es que no existe ninguna inversión logística que la sustente. Una ciudad aeroportuaria debe estar dedicada a la generación de negocio en torno a un valor preexistente como es el aeropuerto. Y para ello debería tener previstos en su proyecto al menos los servicios de logística aeroportuaria o servicios de almacenamiento aeroportuario, instalaciones para operaciones de fabricación ligera, o de reparación aviónica, centros de innovación aeronáutica. En definitiva, negocios que deberían sustentar un proyecto de ese cariz, grandes empresas que deberían haber mostrado su interés por el mismo, y no tan sólo constructoras e inmobiliarias que lo que nos hacen presuponer es, como dice el refrán, 'Por el interés te quiero Andrés'. Lo que sabemos es lo que no necesita, que no pasa por miles de viviendas ni por un campo de golf. La Ciudad Aeroportuaria necesita de un proyecto real que genere cientos de empleos de alta cualificación. Pero los 30.000 puestos de trabajo que se crearán como relata nuestro cuentacuentos no los crea más que la especulación, la mentira o la media verdad.

Creo que ya está bien, siempre defenderemos un polo de trasferencia de conocimiento, un polo de innovación e incluso de industria aeronáutica de tercer sector en nuestra localidad. Pero nunca a costa de perder la mejor huerta de la provincia y de urbanizar el resto de nuestro municipio, para que nuestro cuentacuentos siga diez años, 120 meses, 540 semanas, 3,650 días más mintiendo. La verdad es que seguir contando este cuento es vil incluso para nuestro personaje.

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