El 8 de marzo está marcado en rojo en nuestros calendarios por ser el día en el que reivindicamos la igualdad plena de la mujer y del hombre y del cambio social que impulsa el feminismo. La igualdad debe seguir siendo un pilar fundamental y transversal de todas las políticas públicas y así lo seguimos defendiendo desde el PSOE en todas las instituciones donde tenemos representación, para que no se de ni un paso atrás en los derechos, la libertad y la seguridad de todas aquellas andaluzas y malagueñas que piden y exigen un trato igualitario.

El año pasado vimos como nuestras calles se llenaron de voces que reclamaban que acabara ya el machismo imperante y el goteo incesante de víctimas que, fruto de esa lacra que es la violencia de género, sigue engordando una lista que es una vergüenza para una sociedad moderna y democrática en pleno siglo XXI.

Durante los siete años de gobierno de Rajoy se puso una venda ante toda esta realidad, se desmantelaron las políticas de igualdad y se recortó la financiación para luchar contra la violencia machista. En el mismo saco entraron las políticas de conciliación laboral y familiar, las medidas contra la explotación sexual o el acceso a la reproducción asistida, las mujeres simplemente no éramos una prioridad. Ahora se acercan elecciones y vuelven a cuestionarse los pasos dados en materia de igualdad y contra la violencia de género por aquellos partidos que, o no hicieron nada, como pasa con el PP, o tampoco exigieron que se hiciera algo, como ocurre con Ciudadanos, su socio de gobierno en aquellos años y ahora en Andalucía junto a una extrema derecha que directamente nos ningunea en la reivindicación de nuestros derechos y quiere que nuestro papel esté poco menos que encerradas entre cuatro paredes. Eso es algo que se acabó hace mucho tiempo y a lo que no vamos a volver.

Para lo que sí se pusieron de acuerdo las derechas fue para impulsar una reforma laboral que nos ha expulsado del mercado de trabajo, que ha sentado las bases para que no tengamos independencia económica y para que la brecha salarial, la precariedad laboral, la discriminación y la falta de promoción profesional se siga cebando con quienes formamos más del 50% de la población. Pero ahora, insisto, todos ellos quieren aparecer como los mayores defensores de sus madres, mujeres, hermanas o hijas, abordando la igualdad de la mujer bajo el prisma del mercadeo político, pujando por cuestiones que no pueden ser tratadas como mercancía a cambio de votos o apoyos parlamentarios.

Los hombres y mujeres progresistas siempre hemos tenido como bandera la igualdad como un hecho de justicia social y de conquista de derechos. Lo hemos demostrado en estos ocho meses en el Gobierno de la nación, en la Junta de Andalucía y en todos aquellos ayuntamientos donde se nos ha dado la confianza. Con ese mismo compromiso es con el que acudiremos a las manifestaciones convocadas el próximo 8 de marzo. Porque, indiscutiblemente, es tiempo de mujeres y pese a los obstáculos y los cantos de sirena que se nos quieran lanzar desde la derecha, las mujeres vamos a seguir avanzando y progresando, y así lo vamos a reivindicar desde las instituciones y desde las calles. Es algo que ya no tiene marcha atrás.