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Ultraderecha y Constitución, un pésimo binomio
España es una democracia que ha cumplido en estos días 40 años desde su constitución. Un periodo que podemos catalogar como netamente democrático después de una dictadura militar que se prolongó hasta 1975, año este en que murió el dictador Francisco Franco.
Desde entonces nuestra sociedad ha trabajado para la consecución de una sociedad democrática e igualitaria, con la justicia social como base del progreso compartido. De esta manera, a lo largo de estos años se ha conseguido prosperar como sociedad, avanzar en derechos sociales y libertades y profundizar en el camino democrático que conquistamos como país.
Pero también a lo largo de esta larga etapa democrática hemos vivido crisis que han supuesto una grave sacudida también de nuestro sistema político y las instituciones. Ante esta situación hemos defendido siempre la necesidad de avanzar para fortalecernos como sociedad, con espíritu constructivo y voluntad de salvaguardar los avances conseguidos, preservando los valores constitucionales que nos hacen libres e iguales.
Sin embargo, en estos últimos años, estamos viviendo el auge de movimientos populistas, el crecimiento del nacionalismo y la extrema derecha en el conjunto de Europa, y ahora también en España y en Andalucía. Unos movimientos que imponen una retórica del enfrentamiento, que nacen, viven y crecen con el conflicto y que se alimentan de las desigualdades sociales, que utiliza la posverdad como único argumento para reclutar adeptos a su causa.
Estos movimientos representan una amenaza real a la que ha sido nuestra lucha por la consecución de una sociedad más justa, libre, fraternal, plural, igualitaria y feminista. No dudan en apuntar directamente a nuestra base constitucional poniendo en entredicho las estructuras que ayudaron a construir nuestro país, pidiendo romper nuestra comunidad autónoma, despojándonos de nuestros derechos, de nuestro autogobierno.
Desde el Partido Socialista estamos convencidos que sólo con el respeto a todas las ideas, a la ley y a las instituciones, podemos seguir haciendo país. Debemos ser valientes, desde aquellas fuerzas que nos autodenominamos constitucionalistas, cerrando la puerta de las instituciones a las fuerzas políticas que amenazan estos valores.