Heredia apuesta por reciclar el pesimismo en confianza para salir de la crisis
El secretario general del PSOE malagueño, Miguel Ángel Heredia, ha destacado en el Fórum Europa, en el que ha sido presentado por el secretario general del PSOE de Andalucía, José Antonio Griñán, y ante 450 asistentes, que "la reactivación del consumo y la recuperación de la actividad económica serán una realidad en cuanto seamos capaces de reciclar el pesimismo en confianza".
*Galería fotográfica disponible en la dirección: http://flickr.psoemalaga.es
Quiero que mis primeras palabras sean de gratitud a Forum Nueva Economía. Gracias por hacernos más fácil el trabajo a los representantes de los ciudadanos. Por prestarnos un tiempo y un lugar, bajo el amable pretexto de un desayuno, en el que poder dialogar sobre la situación y las perspectivas de nuestra provincia. Por supuesto, gracias a todos ustedes, señoras y señores, amigas y amigos, por dedicar su atención al comienzo del día a las reflexiones y propuestas que los socialistas malagueños hacemos sobre nuestra provincia.
Presidente Griñán, quien me iba a decir a mí en 1996, cuando nos conocimos en el Congreso de los Diputados, que catorce años después subiría a esta tribuna de tu mano. No lo digo por tu disposición hacia mí, todavía recuerdo la amabilidad que tuviste entonces con un diputado novel como yo para explicarme como funcionaban las escuelas taller, sino por lo difícil que resulta imaginar los azares que determinan las trayectorias en la vida política.
Gracias Presidente por esa disposición tan cercana y tan democrática, tan socialista diría yo, que tuviste conmigo y con todos aquellos jóvenes diputados que llegamos a Madrid en 1996, y gracias por venir esta mañana a presentarme, que es una forma de avalar a todo el PSOE malagueño, ante esta importante representación de la ciudadanía de nuestra provincia.
Señoras y señores
Cuando preparaba esta intervención, cuando pensaba qué quería hoy contarles, todas las reflexiones me conducían a las mismas palabras: Málaga, unidad, confianza.
Málaga, unidad, confianza.
De estas tres palabras surgió el título: 'Málaga nos une'.
Supongo que a algunos de ustedes les habrá llamado la atención este título. Tratándose de un dirigente político el que lo dice pensarán: qué contradicción, si estos están todo el día enfrentados entre sí. Pero lo cierto es que Málaga ejerce una fuerza gravitatoria sobre todos nosotros, una fuerza que une a empresarios que compiten por los mismos clientes, a medios de comunicación que pugnan por los mismos lectores o espectadores, a partidos políticos que nos dirigimos a los mismos ciudadanos. Málaga nos atrae a un espacio común, nos une de muchas maneras.
Sé que si lo piensan un momento verán que, a pesar de todo, estamos unidos con
nuestros adversarios políticos, unidos por la discrepancia, es verdad, pero fuertemente unidos; una unidad que nos empuja una y otra vez al debate con ellos. Nos leemos cada mañana, nos escuchamos, nos seguimos, nos contraprogramamos los actos. No creo que nadie preste tanta atención a lo que hacemos en un partido, que los del otro. Si eso no es estar unidos, ya me dirán ustedes.
Por eso me gustaría tranquilizar a las personas que se inquietan o se angustian ante el debate político, ante la pasión que ponemos unos y otros. El debate no es más que la expresión de un conflicto social, y el conflicto social es inherente a la pluralidad de proyectos vitales propia de una sociedad libre. Negar la expresión política de esos conflictos sociales sobre valores o intereses, es como quitar la fiebre pero dejar la infección. Esos mundos felices, sin política ni debate social, han resultado siempre pesadillas totalitarias.
La tarea de la política es expresar el conflicto inherente a la libertad y a la convivencia humanas, encauzarlo, y con mucho trabajo y mucha suerte, resolverlo. Y lo bueno es que para expresar y resolver los conflictos hemos sustituido el combate por el debate. En un tiempo en el que todo el mundo llama al consenso en todo, permítanme que haga esta vindicación de la discrepancia y el debate democráticos.
Ese debate nos trae hoy aquí para hablar de esa provincia de Málaga que nos une hasta a quienes rivalizamos por mejorarla. Una Málaga que los socialistas queremos tan libre, próspera y feliz, como los que más, pero más igualitaria, más justa.
Nosotros estamos convencidos de que el desequilibrio, la injusticia, dan al traste con la prosperidad. Lo hemos visto estos últimos años, aunque pasa siempre. El desequilibrio da lugar, por ejemplo, a un urbanismo estéticamente feo, moralmente injusto y económicamente insostenible. De ahí que la igualdad sea un elemento necesario para un desarrollo sostenible que de lugar a una prosperidad compartida. El crecimiento desmedido ha roto en algunos lugares de la provincia el tejido comunitario, ha dado lugar a más personas solas viviendo en mitad de una multitud más grande. Ha facilitado la extensión de proyectos políticos tan especulativos, efímeros y dañinos como algunos proyectos económicos.
Nuestra capital blasona ser la primera en el peligro de la libertad, no hay valor político más importante, por eso los socialistas queremos la igual libertad de todos los ciudadanos y ciudadanas de la provincia. La libertad de no ser vulnerables al capricho de ningún poder arbitrario. La libertad de estar tranquilos en el ejercicio de nuestras creencias religiosas o políticas, en la expresión de nuestra identidad personal, de que no tendremos que disimular lo que somos o sentimos, la libertar como capacidad de evitar la censura caprichosa de quienes tienen poder sobre nuestro destino. Esa igualdad en el ejercicio de la libertad nos define a los socialistas.
El Presidente Zapatero suele decir que el PSOE es el partido que más se parece a España. Me van a permitir que lo parafrasee y diga que el PSOE es el partido que más se parece a nuestra provincia.
Ser secretario general es doctorarse en Málaga, deberían dar sexenios. Muchas veces me paro a pensar, al final de una jornada, en la enormediversidad de nuestra provincia, en los extremos entre la agricultura de montaña que aún pervive, con su belleza tan económicamente imposible como milagrosa, y los proyectos más avanzados tecnológicamente y económicamente productivos del PTA, y en todos esos extremos de nuestra provincia hallarán a un socialista o a una socialista. Tan distintos y, sin embargo, con ese inconfundible aire de familia. Ese empeño ilustrado, en la libertad, en la igualdad, en la justicia social, que tantas veces es una intuición que pugna por expresarse, por formularse como una demanda o como un sueño, hasta que desemboca en una política concreta, con su partida presupuestaria, su recuadro en la prensa y la foto con el alcalde orgulloso.
Detrás, o al lado, de muchas reivindicaciones de la sociedad malagueña de los últimos quince años han estado los hombres y mujeres del PSOE. No éramos los únicos protagonistas, aunque lo éramos. Tampoco hemos sido los únicos protagonistas en la satisfacción de esas demandas. Sin embargo es justo reivindicar que nuestro papel en la satisfacción de esas demandas ha estado a la altura del que tuvimos al hacerlas. O, como diría Don Quijote, nuestros hechos como gobiernos están a la altura de nuestras palabras como oposición.
Con la sociedad malagueña, los socialistas reivindicamos que somos el destino turístico más importante de España y que como tal es necesario mejorar sus comunicaciones y apostar por la recualificación de su industria. Hoy me atrevo a decir que gracias a las inversiones proyectadas y ejecutadas, Málaga es y será, junto a Madrid y Barcelona, la ciudad española con mejores conexiones por tierra, mar y aire.
Reivindicamos la mejora del litoral, porque somos un destino turístico pero sobre todo porque es el verdadero espacio de bienestar colectivo y compartido que tenemos los malagueños. El mar y la playa son nuestra fuente de riqueza económica y laboral, constituyen parte de nuestra identidad cultural y contribuyen decisivamente a nuestra inmejorable de calidad de vida.
Reivindicamos en su momento que su oferta museística fuera amplia, y no sólo para turistas sino también para sus habitantes. Porque la cultura es el alma de una ciudad. Y Málaga abrirá en 2012 su Museo de Bellas Artes y Arqueológico en pleno centro y en un entorno cultural que poco a poco veremos concluido. Apostamos por la Aduana, os acordáis y lo conseguimos.
Somos una sociedad reivindicativa, pero esa reivindicación debe abrir paso a la responsabilidad.
Por responsabilidad debemos ser reivindicativos, pero seamos responsables del futuro de cuantas inversiones y proyectos exijamos y soñemos. Ya quisieran otras muchas ciudades, incluso capitales autonómicas, contar con algunas de las infraestructuras que a día de hoy tenemos en la provincia de Málaga. Y algunas de esas ciudades, con menos han sido capaces de hacer más.
Pongo un ejemplo: es una tarea de todos que nuestro aeropuerto, recientemente ampliado y cuya capacidad pronto alcanzará los 30 millones de pasajeros anuales, no sea un fin en sí mismo, sino un instrumento para nuestra economía y para el progreso, para crear empleo, para generar oportunidades, para construir futuro.
Si la reivindicación permanente nos impide ver y valorar lo que tenemos, nunca seremos conscientes de nuestros éxitos, ni los sabremos aprovechar. En este tiempo he aprendido a distinguir dos especies de políticos, los que viven del victimismo y los te cuentan sus logros, pasados, presentes y futuros. Los que miran con envidia al pueblo o a la ciudad de al lado, y los que enseñan orgullosos el suyo.
Por eso me niego a seguir el camino por el que se nos pretende llevar de la reivindicación responsable al victimismo inmaduro. El victimismo es paralizante, por cómodo. El victimismo trae consigo desunión, es un espejo deformante de la realidad. Es pesimista, destruye la energía colectiva. No nos vale lo que tenemos sino aquello que pensamos que falta. Les pongo un ejemplo, en Málaga hemos dejado pasar oportunidades o las hemos congelado porque se ha puesto más interés en el supuesto agravio que en el diálogo o el consenso para lograr el entendimiento institucional. El entorno del Museo Picasso ha sido un ejemplo de oportunidad congelada: La Junta hizo su trabajo creando el Museo, pero otros han dejado que el entorno se haya ido deteriorando durante años, hasta que nuevamente ha tenido que ser la Junta la que ha buscado una solución a esta cuestión, con un acuerdo leal, desde el consenso para impulsar un Plan turístico, el mayor en dotación económica de Andalucía.Es verdad que con el diálogo se pierde una queja, pero se gana un magnífico entorno para el Museo, me parece que es un buen arreglo para la ciudad aunque sea una pérdida irreparable para la política del victimismo.
Más peligrosos que los peligros de la globalización son los peligros del localismo. Por eso los socialistas malagueños estamos comprometidos con el diálogo y la búsqueda de acuerdos con otras fuerzas políticas, con otros poderes, con otras instituciones. Nuestra provincia forma parte de un todo, no existe frente al mundo, sino con el mundo. No frente a Andalucía o a España, sino con Andalucía y con España. Nos gusta hablar de cuanto traemos de Sevilla y Madrid, pero también nos sentimos orgullosos de hablar de cuánto aportamos, de cuánta riqueza creamos, de nuestra solidaridad con los demás.
Amigos y amigas, Málaga nos une, lo cual no significa que el proyecto de Málaga sólo tenga una vía de consecución.
Defiendo un modelo estable y social para nuestros pueblos y ciudades. Un modelo que ampare a quienes lo necesitan, que distribuya oportunidades pero también que exija responsabilidades. Un modelo que reconozca el mérito y el trabajo. Un modelo que apueste por los mejores, y que ayude a quienes lo son a demostrarlo, sean cuales sean sus condicionantes sociales y familiares.
Cuando pido exigencia, no sólo la pido para los demás. Este nuevo tiempo va a exigir también una nueva forma de entender la gestión municipal y la política en su conjunto. Ética, buen gobierno y transparencia deben ser guías de actuación. Los socialistas apostamos por un rearme ético de la sociedad y de las instituciones públicas. La austeridad significa eficacia y eficiencia. La transparencia, sencillamente, es un derecho de ciudadanía. Transparencia en la gestión de los recursos públicos, transparencia en la toma de decisiones, en la rendición de cuentas.
Transparencia significa más democracia.
También quiero hablar esta mañana de sostenibilidad. Los socialistas proponemos un modelo sostenible, pero no sólo para la actividad económica y medioambiental, sino también para la relación de los ciudadanos en comunidad o vecindad. No podemos hablar de sostenibilidad económica si obviamos la cohesión social y territorial, si no apostamos por la igualdad de oportunidades, si seguimos mirando para otro lado cuando se producen injusticias o si defendemos el mantenimiento eterno de situaciones de privilegio.
Cuando hablamos de sostenibilidad hablamos también de un urbanismo productivo y ciudadano, de un modelo que defiende que sea la planificación urbana la que se adapte a las necesidades ciudadanas actuales y futuras. El ordenamiento no puede determinar la vida de la gente: deben ser las tendencias sociales y las nuevas necesidades humanas las que orienten la acción de la planificación, para conseguir calidad de vida y construir comunidad. Por eso son vitales todos los esfuerzos que está haciendo el Gobierno andaluz para acelerar los trámites de aprobación de los planes generales de ordenación urbana. Nuestro modelo urbanístico tiene en mente palabras como riqueza y empleo, pero también otras como convivencia y bienestar.
Para los socialistas, en el plano económico, la sosteniblidad también implica un sector público fuerte, que preste servicios educativos y sanitarios universales y de calidad.
Pero como somos conscientes de que la fuerza de la público reside también en la actividad privada, porque de ella se recaudan los impuestos que sirven para financiar esos servicios, consideramos que el estímulo de la actividad económica privada es clave en todas nuestras propuestas contra la crisis económica.
Amigos y amigas, atravesamos un tiempo histórico turbulento y de cambio, la antesala de todavía no sabemos qué, pero diferente, seguro, a lo anterior. Ya conocemos las consecuencias de la euforia especulativa, el endeudamiento privado y público sin control, y la búsqueda de la riqueza fácil e inmediata.
La especulación sustituyó al trabajo bien hecho, a la paciente tarea del día a día. El dinero se convirtió no en un instrumento sino en un fin. La codicia sustituyó a la productividad. Sufrimos en Málaga la crisis de manera virulenta en términos de paro porque nos dejamos llevar por el viento imparable del crecimiento continuo. Perdimos las referencias, nos emborrachó el éxito aparente. Si un año la tasa de ocupación o el número de turistas no subía por encima del 5% parecía un fracaso. Si la inversión prevista en los presupuestos generales del Estado no crecían dos dígitos para nuestra provincia decíamos que el Gobierno se olvidaba de Málaga.
Esta crisis tiene un rostro dramático en el paro, en las miles de familias que no tienen ingresos, o en los proyectos personales de miles de jóvenes, de mujeres, de trabajadores que se han quedado suspendidos a la espera de una nueva oportunidad. Son nuestra principal preocupación, cada día, cada mañana.
Hoy estamos aquí representantes de la sociedad malagueña. Esta crisis debe llevarnos a la reflexión a quienes de una manera u otra tenemos responsabilidades en esta sociedad.
A quienes tenemos el privilegio de ejercer la representación política y a quienes ejercen la participación ciudadana mediante asociaciones, colectivos. Debe hacer reflexionar a quienes ejercen la responsabilidad social de la comunicación. Debemos reflexionar con serenidad y tranquilidad sobre el origen real de la crisis. Y con ello no me refiero a que la economía de Málaga y de Andalucía le dé la espalda a sectores fundamentales, como el turismo o la construcción. Cuando hablo de recetas me refiero al camino para construir un proyecto de provincia, colectivo y ciudadano, económico y social.
La memoria económica de esta provincia a veces parece llegar únicamente a mediados de siglo pasado. Nos quedamos en la explosión turística. Pero los malagueños y malagueñas conocimos el esplendor y la ruina en el XIX en sectores hoy día impensables en este territorio, como la siderurgia. Somos un pueblo que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sociales y económicos. Somos una provincia que ha sabido aprovechar sus recursos y potencialidades. Hemos sido y somos agentes del cambio.
Málaga, por tanto, está llamada a jugar un papel relevante en el proyecto Andalucía Sostenible, en el cambio de modelo productivo regional, en la salida de la crisis. Nuestro reto de una Andalucía Sostenible no es hacer algo distinto de lo que ya hacemos, sino hacer mejor lo que ya hacemos bien, como dice el Presidente Griñán. Por ello, Málaga va a abanderar nuevas políticas turísticas y de investigación e innovación, campos en los que ha trabajado con esfuerzo y constancia, y en los que ha demostrado su capacidad y su éxito.
Proyectos como Andalucía Lab, el primer laboratorio de inteligencia turística, ubicado en Marbella, o el trabajo conjunto del Gobierno andaluz con la Universidad malagueña en su apuesta por un campus de excelencia vinculado al turismo serán claves en esa proyección de futuro.
Si en turismo sabemos lo que hacemos, lo mismo podemos decir en el campo de la investigación y la innovación. El PTA es ya una referencia mundial, con más de 500 empresas. El Gobierno andaluz trabaja ahora en su ampliación, que permitirá albergar a corto plazo a otro centenar de empresas más, sin olvidarnos de la reciente firma del acuerdo para crear un Parque científico empresarial en el campus universitario, que permitirá el trabajo conjunto de científicos e industriales y, por tanto, conseguir las transferencias del conocimiento educativo al sector productivo. Y todo ello contando con las buenas empresas y los buenos empresarios que ya tenemos aquí, sin desembarcos externos que sólo buscan la foto fácil y el paseíto en barco por la bahía de Málaga.
En investigación, Málaga va a ser referente nacional al disponer de dos proyectos pioneros: el primer Centro Andaluz de Nanomedicina y Biotecnología (Bionand) y el Instituto de Investigación Sanitaria de Málaga, en colaboración con Farmaindustria, que supondrá la primera piedra de la nueva Ciudad de la Salud de Málaga, que albergará el nuevo macrohospital de la capital.
Y todo ello en sintonía y complicidad con el empresariado local, capaz de liderar sectores como el de la distribución de telefonía móvil, la formación continua, la exportación agroalimentaria, la acuicultura o las industrias culturales. Los buenos empresarios de Málaga siempre tendrán un aliado en el Partido Socialista. Amigos y amigas.
La caída vertiginosa de la economía ha sido el despertar abrupto de un sueño. Nos ha puesto frente al espejo de la realidad. ¿Y qué vemos? Desconfianza.
Lo más urgente, lo más inmediato, es recuperar la confianza, acabar con el pesimismo. Reconocer que hay mucho de psicología en esta depresión colectiva. Reaccionar cuando leemos que casi el noventa por ciento de las familias españolas consideran que la situación económica es mala o muy mala pero que, al mismo tiempo la mitad dice que su situación familiar es buena o muy buena. La reactivación del consumo y la recuperación de la actividad económica serán una realidad en cuanto seamos capaces de reciclar el pesimismo en confianza. Porque si en el pasado se superaron peores crisis, ésta también se superará. Todos unidos podemos aportar ideas y soluciones estemos donde estemos.
Hoy hubiera podido relatar cuanto hacemos, pero he preferido explicar por qué lo hacemos. Porque Málaga nos une. Porque creemos en Málaga.
Termino. Concluyo con una cita de Vaclal Havel, el gran escritor y político checoslovaco, de la cual me apodero para cerrar esta intervención porque resume cuanto pienso y cuanto me mueve en el ejercicio de mis responsabilidades públicas.
"Únicamente una sociedad civil viva puede aportar entusiasmo a los partidos políticos, o dicho de otro modo, aportar las raíces de donde éstos toman sus sustancias nutrientes. Allí donde la sociedad civil se consume y decae la vida social, tarde o temprano empiezan a languidecer los partidos políticos (...). Los partidos no deben ser más importantes que el interés público, sino estar siempre a su servicio. La lealtad hacia el Estado, hacia la Administración pública, a los intereses de la sociedad o la conciencia personal deben ser siempre más importantes que la lealtad al partido. (...). Mi único deseo es que los partidos cumplan, en el marco de la democracia parlamentaria, la función creativa y humilde que deberían desempeñar".
Agrego: en ese empeño estamos en el PSOE y para ese trabajo les pido su colaboración y apoyo. El nuestro lo tienen. Muchas gracias.