BLOGOSFERA
Del mito al cartel electoral
Contaba el famoso humorista Eugenio un chiste en el que decía: «Me encanta jugar a la lotería y perder», a lo que su interlocutor le preguntaba: «¿y ganar?», entonces Eugenio le respondía: «¡Bueno, eso ya debe de ser la leche!». Con las campañas electorales pasa algo parecido, son apasionantes en sí mismas. Y aunque todavía no me he encontrado a nadie que me diga que le gusta perder, viendo la trayectoria de Arenas y a Rajoy uno tiene la sospecha de que le han cogido el gustillo.
Lo cierto es que las campañas son apasionantes, es verdad que para quienes las protagonizan son una buena paliza; pero el contacto con la gente, el ánimo de los compañeros y la voluntad de victoria son un estimulante muy poderoso que es capaz de tenerlos en pie durante jornadas interminables. Este fin de semana me tocó apoyar, con la ayuda de José Carlos Durán, a Josefa Luque en Casabermeja; y con la de Marisa Bustinduy, a Alberto Pérez en Algarrobo. Ambos tuvieron el buen sentido de hacer el mitin al aire libre. Me gusta la política a cielo abierto, sobre todo con atardeceres como los de esos dos días. Ver a Marisa y a nuestro candidato a alcalde dirigirse a la nutrida concurrencia al borde del mismo mar que vio nacer la democracia me recordó una clase de Juan Trías, mi profesor de Historia de las Ideas y de las Formas Políticas, en la que nos contaba que los griegos de la antigüedad solían decir que con la democracia el pueblo vivía mejor.
Con los griegos el pensamiento humano pasó del mito al logos, del pensamiento mágico del hombre primitivo al pensamiento racional. Para tener un pensamiento racional las personas no necesitamos saber cómo funcionan exactamente el motor de un autobús o el mando a distancia de la televisión, nos basta con saber que ambos funcionan con mecanismos que responden a ciertas leyes físicas. Si un hombre primitivo viera funcionar un autobús o un mando a distancia lo atribuiría al poder de algún dios o poder mágico. Ese pensamiento racional, sirvió a los griegos no sólo para comprender el mundo físico, sino también para comprender el mundo social, la política y la economía.
Joseph Schumpeter, que no debía estar del todo de acuerdo con los demócratas griegos, escribió que cuando el ciudadano medio habla de política tiende a sufrir una regresión al pensamiento primitivo. Eso es también lo que deben pensar de los ciudadanos algunos dirigentes de la derecha cuando atribuyen toda la causa de los cinco millones de parados al presidente Rodríguez Zapatero, y cifran toda la solución del problema en situar en la Moncloa al señor Rajoy. Me contaron los compañeros de Casabermeja, un pueblo con una excelente tradición en el trabajo del yeso, que durante los años de la burbuja de la construcción muchos jóvenes abandonaron la escuela y se fueron a ganar sueldos de tres mil euros en la construcción. Para los dirigentes de la derecha nada de eso fue responsabilidad de las empresas de construcción, ni de los bancos que dieron los préstamos, ni de los propios chicos; para el pensamiento mágico todo fue culpa de Zapatero, y basta con que Rajoy gane las elecciones para que vuelvan los tres mil euros, los buenos coches y los préstamos para comprar una casa entre varias generaciones.
Los dirigentes de la derecha madrileña han contratado vallas publicitarias en todas las estaciones de Metro para poner un cartel, con los colores del PSOE, en el que han colocado a Tomás Gómez y a José Luis Rodríguez Zapatero riéndose de los cinco millones de parados. Lo más perverso es que el PP no ha firmado esos carteles. Cuando los vi, pensé que no los habían firmado porque les daba vergüenza atribuir algo tan complejo como esta crisis a una persona, y encima representarla riéndose del dolor de la gente. Pero no, por una resolución de la Junta Electoral, ahora están firmando esos carteles. No ocultaron sus siglas porque les diera vergüenza insultar la inteligencia de la gente dando una explicación mágica de la crisis y de sus soluciones, ocultaron sus siglas y pusieron los colores del PSOE porque, como desprecian la inteligencia de los ciudadanos comunes, pretendían engañarnos haciéndonos creer que se trata de una campaña socialista.