BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Politiqués


Ayer leía en el titular de portada de un diario nacional una frase de Rajoy en la que decía: «Haré una reforma laboral en serio y a fondo». Es curioso el prestigio de ciertas palabras y expresiones. Si uno dice «tenemos que abordar tal o cual problema en serio y a fondo», la gente piensa que eres una persona sensata, ya se trate de alguien que se va dejando todas las luces encendidas en casa, o de la reforma laboral.

Una vez le oí contar a un expresidente del Gobierno que cuando decidió consultar un problema de Estado con el nuevo jefe de la oposición, éste le contestó: «Presidente, creo que debes actuar con mucha prudencia», y no dijo más. En otras tantas ocasiones en que el presidente del Gobierno consultó asuntos de Estado con el jefe de la oposición, éste contestaba siempre lo mismo: «Prudencia». Es lógico que el expresidente del Gobierno considerase que la respuesta del jefe de la oposición fuera «Prudente, pero poco útil».

Si uno practica un poco puede ir por la vida hablando con rigor y sensatez, pero sin decir nada. Lo cual es muy útil cuando no te interesa decir nada. Cuando Rajoy dice «vamos a hacer lo que hay que hacer», no está diciendo nada, pero suena lógico, de una lógica contundente. «¿Y cómo la van a hacer ustedes?» le pregunta el periodista, o se pregunta retóricamente el mismo Rajoy. A lo que responde «lo vamos a hacer como Dios manda». Irreprochable, la verdad.

Si uno escucha a alguien en la radio decir todo seguido «voy a hacer lo que hay que hacer y lo voy a hacer como Dios manda», sin prestarle mucha atención, mientras se afeita o pone la cafetera, puede pensar: «Pues parece razonable lo que está diciendo esta persona». Sobre todo porque da mucha seguridad, si uno dice «voy a hacer lo que hay que hacer», es que no hay otra opción, no hay que elegir, y si no tenemos que elegir nos ahorramos las dudas y los quebraderos de cabeza. Si además, a la par que pones el pan en el tostador y la leche en el microondas, escuchas que dice que lo va a hacer bien, que lo va a hacer «como Dios manda», te quedas más tranquilo todavía y te dices «se ve que este hombre es un tipo serio y profesional, en alguien así se puede confiar».

Si uno lo piensa un poco, esa frase es pura retórica, suena bien, es convincente, pero por sí sola no significa nada y la puede estar diciendo lo mismo quien escribe estas líneas, que Rajoy, la madre Teresa o un experto en cierres de empresas. Si después de escuchar en la radio lo de «voy a hacer lo que hay que hacer, y voy a hacerlo como Dios manda», uno escucha la voz del locutor diciendo: «Estas han sido las palabras de don Fulano de Tal antes de dejar a quinientas familias en la calle y llevarse la fábrica de ropa infantil a la China», es probable que se le atragante el desayuno.

Por todo ello, y para que la retórica no nos despiste, conviene estar muy atento a quien dice las palabras. Quien habla es fundamental para comprender qué está diciendo. Cuando Rajoy dice «haré una reforma laboral en serio y a fondo», está hablando en «politiqués»; en castellano quiere decir «Cándido, Toxo, voy a hacer una reforma laboral que os voy a crujir (a vosotros y a los trabajadores)».

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