BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Confusiones


El sábado estuve en Alameda, en el mitin de presentación de la candidatura socialista al Ayuntamiento. Una mezcla tan interesante como heterogénea de mujeres y hombres, trabajadores manuales, profesionales y hasta algún empresario, nacidos en fechas tan inverosímiles para un concejal como 1989, y encabezados por Mari Carmen Rodríguez, que es licenciada en filología, y que si cuida su pueblo como alcaldesa con el mismo esmero que lo hace con las palabras, en poco tiempo lo dejará resplandeciente.

Fue tan patente en el discurso de Mari Carmen, que me hizo caer en que es bastante frecuente que, en los pueblos, nuestros candidatos no pronuncien el nombre de sus adversarios, y que las críticas suelan ser más bien irónicas y sutiles; tanto que los oradores visitantes nos damos cuenta de que se trataba de una pulla por las risas o los comentarios de los asistentes. Esta es la razón, y no un problema del satélite, por la que el observador atento se hubiera dado cuenta de que en el mitin de Alameda, el diputado Dani Pérez y yo, que éramos los oradores invitados, sonreíamos una fracción de segundo más tarde que el resto.

Supongo que el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies, muerto en 1936 después de que los nazis lo expulsaran del magisterio universitario, nos diría que los pueblos son comunidades, es decir, grupos humanos caracterizados por relaciones personales, familiares y afectivas. Dicho más claro, probablemente el adversario sea tu cuñado o tu prima, y no parece muy sensato ponerlo a parir, y por un supuesto momento de gloria ganarte una bronca de tu abuela. La historia nos enseña a no idealizar ninguna forma social, y algunos de nuestros pueblos fueron testigos históricos de crueles formas de incivilidad; no sé si será el afecto, la prudencia o el temor a una regañina de tu madre, pero lo cierto es que también la proximidad, el tener que encontrarte mañana con tus adversarios políticos, hace que te moderes en la crítica y que evites el daño personal.

Tanto es así que no hace mucho un buen alcalde, justo cuando me disponía a subir a la tribuna a dar el mitin en su pueblo, me dio la siguiente consigna: «no critiques ni a IU, ni al PP». No suelo construir mi discurso de forma negativa, pero lo cierto es que el discurso político tiene, desde mucho antes de Demóstenes, una estructura que se construye sobre la polémica entre dos posiciones contrarias. Así que, mientras subía a la tribuna daba vueltas a toda velocidad a qué decir dos segundos más tarde, si no podía polemizar con ningún antagonista.

A la misma hora que hacíamos el mitin en Alameda, había una manifestación contra el terrorismo en Madrid en la que al parecer, por una razón inexplicable, la mayor parte de los manifestantes se confundió de pancarta y cogió del armario la que tienen contra el presidente del Gobierno. También tengo entendido que algunos manifestantes insultaron a Basagoiti y otros políticos del PP vasco que llevan escolta desde hace años, porque les parece insuficiente su compromiso contra el terrorismo. Hay una gran distancia entre el civismo de quien no usa el nombre de su antagonista ni para criticar el estado de las calles de su pueblo y el de esos manifestantes. Me parece excesivo pedir que la Guardia Civil haga soplar a la gente antes de ir de manifestación, pero creo que estos se merecerían una buena bronca de sus madres, aunque no sean de pueblo.

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