BLOGOSFERA

María Gámez Gámez

Una experiencia de participación real


Nos reunimos la semana pasada con una veintena de mujeres y hombres de barrios de Málaga. Zona Bailén Miraflores. Fueron convocados para hablar de sus necesidades en la ciudad, de los problemas de su barrio. Veinte personas de todo rango de edades y de variadas profesiones, algunas en activo, también jóvenes en paro y jubilados. Personas seleccionadas para poder representar a una parte de la población del barrio, pero sin conexión partidista o partidaria.

Le llamamos a la experiencia “taller de futuro” y la verdad es que tenía todos los caracteres de esas dos palabras. Trabajaron como en un taller, y ayudaron a descubrir un futuro mejor para su barrio.

Pero ocurrieron muchas cosas más. Hablaron de sus necesidades vitales –algunas individuales, y la mayoría colectivas- para luego ordenarlas por consenso (y votación) por orden de relevancia. Y, lo que me pareció más sorprendente, trabajaron para descubrir quién o quiénes podrían intervenir para dar una solución y qué fórmula de satisfacción sería la posible.

Dicho así parece fácil. Pero tened en cuenta que apenas ninguno de ellos se conocía entre sí, y que sus vínculos no eran más que la pertenencia al barrio. Y que jamás habían participado de una experiencia participativa como ésta. Casi tres horas de intensa confrontación de ideas y pareceres.

Pero funcionó. Al principio, lo que empezó con cierta frialdad y de confrontación de pareceres entre los asistentes, se tornó en acuerdos y búsqueda de soluciones, más que de culpables. Como si de un grupo de trabajo cualquiera se tratara, formaron grupos de intereses, discutieron sobre una enorme cartulina de papel, rotuladores en mano, y nombraron a su propio portavoz para defender sus ideas. Todo por consenso y/o votación, ordenadamente.

Asuntos como la suciedad o el descuido de jardines, la rampa para vehículos de comerciantes, el espacio para reunirse los mayores, la regulación del tráfico y del servicio de autobuses, fueron tratados y discutidos con extraordinaria educación y, cuando el ambiente estuvo caldeado, con muy buen humor.

Yo estuve invitada a oírlos, sin interferir. Y descubrí ciudadanos de primera, ante los que merecía la pena quitarse el sombrero. Supieron trabajar por una ciudad mejor, buscando ellos mismos el camino y la solución, comprendiendo que el momento actual requiere ser imaginativos y austeros en la asunción de gastos para solucionarlos. Se comprometieron con su ciudad, más allá de sólo verbalizar sus deficiencias, y fueron solidarios con las necesidades de los otros, dejando a un lado su individual necesidad.

Después de recoger botellas de agua vacías y ordenar las sillas del aula donde trabajamos, la jornada terminó con unas bebidas frías para el equipo dinamizador, acompañadas de unos garbanzos fritos (¿serán propios del lugar?), y bromas tras la satisfacción de la experiencia vivida. Trabajar en equipo y para las personas es lo que tiene, que hincha el espíritu y produce ganas de una modesta celebración.

Este es el camino en el que quiero trabajar. Dándole voz a la gente de Málaga. A sus personas. Escuchándolos de una manera activa. Y comprometiéndome con ellos a encontrar soluciones a sus problemas y a ponerle a esta ciudad el marchamo de modernidad que se merece. Y ésta no es sólo una estrategia para la campaña electoral, sino que se trata de un nuevo estilo de gobierno, la aspiración de una gobernanza participativa. Porque estoy convencida que es mejor trabajar con los malagueños que exclusivamente para los malagueños.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos