BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

El espíritu del atajo


De pequeño me gustaban los atajos. Cuando acompañaba a mi padre al campo, él seguía el camino y yo buscaba los atajos. Más o menos llegábamos a la par, pero el atajo tenía más emoción que el camino. Te podías caer a la acequia y ponerte chorreando, o romperte la crisma con un peñasco, es verdad; pero el atajo tiene una promesa de la que es muy difícil sustraerse cuando eres un niño, la promesa de la liberación mágica del esfuerzo y del aburrimiento. Cortar trocha es como saltar al hiperespacio, pero en rural. Se podría decir que la lotería es un atajo a la riqueza, pero la lotería no tiene el espíritu del atajo. Atajos son el enriquecimiento especulativo rápido y fácil, saltarse la cola del supermercado, el enchufe y copiar en los exámenes.

También las conversaciones y los debates políticos tienen atajos. Sin ir más lejos, estos días con motivo de la visita del Papa a España se han tomado unos cuantos atajos. El mismo Papa Ratzinger tomó una trocha bastante arriesgada al comparar la situación de la Iglesia en la España actual con la que existía en los años treinta. Supongo que tomó ese atajo para señalar el progresivo alejamiento de la sociedad española de las prácticas religiosas, pero en lugar de llegar a la conclusión que quería, el atajo lo llevó a un jardín. Si en lugar de buscar atajos la jerarquía eclesiástica recorriera el camino de la razón, a lo mejor concluiría que el que se les hayan marchado tantas ovejas del rebaño tiene que ver con la labor de los pastores y no con Zapatero.

Precisamente Durán y Lleida, el líder democristiano, ha reprochado al presidente Rodríguez Zapatero haber tomado un atajo (por Afganistán) para no ir a misa. Creo que todos los españoles que tenemos cierta edad hemos soñado en alguna ocasión de nuestra infancia con encontrar una buen excusa para no ir a misa, pero irnos a Afganistán creo que no se nos hubiera ocurrido a ninguno. En todo caso, como atajo para atacar a Zapatero, reconozco que el de Durán i Lleida es imaginativo.

Por el otro lado están los que para criticar la visita del Papa argumentan que ocasiona muchos gastos a las arcas públicas y bastantes molestias a los ciudadanos. El atajo de los gastos y las molestias es un atajo bastante frecuente en política. A mí me parece que esa argumentación es poco elegante. En alguna novela de mi adolescencia debí leer que los caballeros no hablan de dinero, y desde entonces quedé inhabilitado para regatear en los mercadillos y para decir que la democracia o el Estado Autonómico son caros. Me parece mezquino mezclar el dinero con las libertades políticas.

Por eso me parece que hablar de dinero banaliza la propia causa cuando lo que se critica es que una jerarquía de hombres célibes pretenda organizar, en nombre de Dios y con el palo del Estado, el orden familiar, la vida de las mujeres, o la sexualidad de sus semejantes.

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