BLOGOSFERA
Tenguerengue
Hace unos días tuvimos reunión de la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, de la cual soy el portavoz por el PSOE. Las comisiones hacen más o menos lo mismo que el Pleno, salvo que con menos seguimiento mediático. En las comisiones se legisla y se controla al Gobierno, igual que en el Pleno, aunque las intervenciones se hacen sentados. La verdad es que no sé si es porque intervenir sentado, en lugar de hacerlo de pie, debe producir algún efecto de apaciguamiento, o porque sin la presencia de medios de comunicación los seres humanos somos menos dados al histrionismo, pero en general las comisiones son bastante pacíficas.
La mayoría de los diputados de los dos grupos más numerosos del Parlamento tenemos muy pocas oportunidades de intervenir en el Congreso, no sólo en el Pleno, sino en Comisión. Por eso, como portavoz, a mí me gustan más las que llamamos comisiones de Proposiciones No de Ley (PNL) y las de preguntas parlamentarias. Son comisiones en las que el portavoz puede dar juego a muchos miembros de su grupo para que intervengan.
En general, las PNLs son fruto de la iniciativa de los diputados, lo que hace que traten sobre los temas más diversos, en la última teníamos desde una que versaba sobre la celebración del aniversario del filósofo Julián Marías hasta una sobre el circo, pasando por el IVA del libro electrónico. Las hay de carácter casi universal y las hay sobre el arreglo de la cubierta de la catedral de la ciudad del diputado que hace la PNL, muchas veces un ateo convicto y confeso, todo sea dicho.
La moderna lógica parlamentaria se aleja de la división tradicional de poderes, y en lugar de la decimonónica oposición entre ejecutivo y legislativo se produce una dinámica entre la mayoría y la minoría parlamentarias. Dicho en claro, en el parlamentarismo moderno es el Gobierno el que lidera la mayoría parlamentaria y por tanto los diputados de la mayoría tenemos que procurar que salgan las propuestas que el Gobierno considera viables y que no salgan las no viables.
Así que aunque a los portavoces nos gustan las comisiones de PNLs nos las vemos y deseamos en las votaciones para que salgan en el sentido en que recomienda el Gobierno. Sobre todo cuando el sentido de las recomendaciones de Hacienda en este tiempo de austeridad es el de: «informamos negativamente la aprobación de la Proposición», es decir: «no». Es entonces cuando sale a relucir lo mejor del parlamentarismo, y los diputados tejen una compleja trama de enmiendas y transacciones que van limando los desencuentros para intentar ganar la votación o, lo que es mejor, llegar a un acuerdo. En la última reunión de la Comisión de Cultura examinamos ocho PNLs. En un momento muy complicado de la negociación un joven diputado me dijo, «esto está perdido», y me salió un «no, lo tenemos en tenguerengue» que lo dejó perplejo. Al final aprobamos las ocho proposiciones por unanimidad, y pensé: esto es la política, pasar de estar en tenguerengue al acuerdo unánime.