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Lo que le debemos a Málaga y no lo que Málaga debe
Hoy hemos desayunado con la noticia de que el Ayuntamiento de Málaga no podrá acogerse a un nuevo endeudamiento porque su nivel de deuda está por encima del 75% de sus ingresos. El Gobierno de la nación ha abierto la mano para que los Ayuntamientos que cuenten con una situación financiera saneada puedan acudir a créditos el próximo año, pero no es el caso del de Málaga.
Como la crónica de una muerte anunciada, el Grupo Municipal Socialista ya se había encargado de avisar que los niveles del endeudamiento municipal llevaban años incrementándose peligrosamente, y que se estaban esquilmando nuestras posibilidades futuras.
Las cifras son escalofriantes. El Ayuntamiento de Málaga está por encima de los 700 millones de euros, y desde que gobierna Francisco de la Torre la deuda se ha multiplicado por 3,7 veces.
Uno pensaría que en los últimos dos años, en el contexto de caída de los ingresos municipales por la bajada en la actividad económica y de la construcción, los Ayuntamientos hayan podido caer en acudir a créditos más de lo habitual. Pero no es el caso, en el Ayuntamiento de Málaga el endeudamiento ha sido ha sido creciente y sostenido también durante los años de bonanza económica. Mientras en una tabla comparativa de la evolución del endeudamiento de las ciudades de más de 500.000 habitantes, éstos aumentan la deuda levemente en los últimos tres años, el de Málaga, situada por encima de la media desde el año 2000, en los últimos años crece de manera exponencial.
Y lo más grave ¿refleja Málaga un número de inversiones municipales en correspondencia con tal endeudamiento? ¿Dónde están esas grandes inversiones en la ciudad para que hubiera merecido la pena (que no) este nivel vergonzante de endeudamiento? Porque si pensamos en Metro, Universidad, Aeropuerto o Puerto, recuerden que son inversiones que están financiando otras Administraciones (la del Estado o de la Junta) y no este Ayuntamiento.
Esta es, por lo visto, la buena gestión de la que hablan los responsables municipales sin que se les cambie el rictus. Insisto en la gravedad de la situación. Si se tratara de una economía familiar, ¿qué juicio tendríamos del vecino que cuando más ganaba seguía endeudándose, y que haciéndolo permanentemente llega al caso de estar en la lista negra de las entidades bancarias? ¿Qué tipo de familia sería ésta que no podría atender nuevas necesidades, plantear nuevos proyectos?
Si no nos sorprenden, echarán la culpa de todo ello a la Junta o al Estado. Las mismas que invierte en su territorio, financia con responsabilidad las corporaciones locales, le facilita financiación para sus propias obras (el Plan E, el plan Proteja ). Pero para los que en política les gusta escurrir el bulto, siempre es bueno que haya niños chicos a los que echar la culpa.
Entiendo que el buen gobierno municipal es otra cosa. Hay que tener rigor en las cuentas y gestionarlo como una buena madre o un buen padre de familia. Con prudencia, con eficacia, con austeridad, con salarios proporcionados. Pensando en que mañana, el año que viene, dentro de diez años, habrá que seguir construyendo esta ciudad, y no cayendo en el error de pensar más en el pasado que en el futuro y el presente. A Málaga le debemos todo aquello que no se ha hecho, las oportunidades perdidas, las ocasiones malgastadas, el nombre y la marca de gran ciudad en la esfera internacional que podría tener. No le debemos una cuenta en números rojos.