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Francisco Javier Conejo Rueda

En Marbella lo peor del gilismo no se fue con Gil


Quiero pedirlea al presidente del PP de Andalucía, Javier Arenas, y al presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, que actúen en Marbella tras una nuevo escándalo, en este caso, la adjudicación de tres locales en el Puerto Deportivo de Marbella a una sociedad en la que participa el hermano de una concejala popular. Se trata de un asunto, cuanto menos, éticamente reprochable, máxime cuando la edil en cuestión tiene precisamente las competencias de Puertos.

Ya son demasiados casos en Marbella sobres los que planea la sombra de la duda. Marbella acumula demasiados escándalos y su alcaldesa todavía no ha tomado ninguna decisión ejemplarizante. Entiendo, por tanto, que ampara este tipo de prácticas. En este sentido quiero recodar otros casos como el del edil Antonio Maíz, que arrendó al Consistorio el edificio donde hasta finales de este curso se albergaba el Conservatorio; o el de Antonio Espada, propietario de la empresa de materiales de construcción La Juanita, sociedad que también ha mantenido importantes relaciones comerciales con el Ayuntamiento.

Este es modelo del PP para la Costa del Sol, un modelo oscurantista y despilfarrador. Es el modelo de Ángeles Muñoz, que gasta 10.000 euros al mes en la impresión de una revista de autobombo; es el modelo de Esperanza Oña, que invierte 108.000 euros en el coche oficial más caro de toda la provincia, y es el modelo de Francisco de la Torre, que adjudica obras a la empresa del cuñado de un edil. Es, en definitiva, el modelo de los 10 millones de euros en cargos de confianza. En Marbella, además, nos tememos que lo peor del gilismo no se fue con Gil. Escándalos como estos y decisiones del PP como la obligación de retirar la publicidad de una campaña socialista parecen darnos la razón.

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