BLOGOSFERA
El sargento y los Presupuestos Generales del Estado
En 1991 ganó el Oscar de Hollywood una película italiana llamada Mediterráneo. Era la historia de un pequeño grupo de soldados italianos a los que dejaron olvidados en una isla griega. La historia es un amable canto a la vida. Entre las muchas escenas divertidas hay una en la que un soldado le dice al sargento, «mi sargento, por qué no deja de gritar y nos echa una mano». A lo que el sargento contesta gritando: «porque desde que el mundo es mundo, un sargento es un individuo que grita».
Cuando pienso en la derecha española siempre me acuerdo de la anécdota, aunque el sargento de la película era bastante más avanzado que algunos dirigentes del PP. Llevan gritando dos décadas, y nada hace previsible que vayan a dejar de gritar, estén en el gobierno o en la oposición. Tampoco parece previsible que, sin dejar de gritar, vayan a echar una mano.
Si, en las próximas semanas, el PSOE llega a un acuerdo con el PNV para aprobar los presupuestos del próximo año, escucharemos gritar a la derecha como si en lugar de romperse España se hubieran pillado un dedo con la puerta del maletero del coche. Podemos estar tranquilos, si en lugar de jugarnos unas medidas de política socialdemócrata frente a otras neoliberales, nos estuviéramos jugando la unidad de España, estoy convencido de que la derecha no dejaría que rompiéramos España a cambio de becas para los hijos de familias con menos recursos o de un modesto subsidio para los parados, por poner dos ejemplos. ¿O sí?
Bueno, en todo caso ni los dirigentes del PNV lo piden, ni nosotros aceptaríamos algo así. De cualquier modo no verán ustedes acudir al señor Rajoy diciéndole al presidente del Gobierno: «oye, José Luis, que si por conseguir financiación para el soterramiento de la Travesía de San Pedro, o para becas y ayudas al estudio, te piden un precio muy alto, nosotros estamos dispuestos a poner nuestros votos a cambio de un mayor impulso a estas otras obras o estas otras políticas». No señor, no lo verán. Porque ellos saben que no es el destino de España lo que está en juego, como hacen creer a muchas personas, sino sus posibilidades de ganar las elecciones.
En las anteriores elecciones municipales me encontré a un vecino que llevaba bastante tiempo en el paro y que tenía serios problemas de salud. Es decir, la típica persona que se ve más favorecida por políticas socialdemócratas que por políticas neoliberales. Pues bien, aquel vecino me dijo: «No voy a votar a vuestra candidata a la alcaldía porque os habéis bajado los pantalones con ETA y con los nacionalistas». Sentí pena, porque los dirigentes del PP estaban usando espuriamente el sincero amor a España de aquel hombre contra sus propios intereses vitales. Algo que ellos no harían nunca con sus propios intereses.
Por cierto, sé que esto no es nada ortodoxo, pero coincide que hoy es siete de septiembre y si Casillas besó a la periodista, parece razonable que este columnista bese a la lectora. Madre, feliz cumpleaños.