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Cristóbal Fernández Páez

La morosa Diputación de Málaga


La principal competencia de la Diputación de Málaga es asistir técnica y económicamente a los 87 municipios menores de 20.000 habitantes de nuestra provincia, justo lo que no está llevando a cabo.

Desde que comenzó la crisis sanitaria, los ayuntamientos están realizando esfuerzos económicos extraordinarios, asumiendo competencias y tareas que no les corresponden ante la incapacidad manifiesta de la Junta de Andalucía de hacer frente a sus responsabilidades, especialmente en el ámbito educativo.

Los municipios están soportando la mayor crisis sanitaria, económica y social de las últimas décadas y la Diputación de Málaga está dando la espalda a todos los ayuntamientos de la provincia.

El presidente Salado se ha dedicado en la pandemia a dos tareas principales: a cursar un máster exprés en propaganda y a poner la maquinaria de la Diputación al servicio del Partido Popular y del señor Casado en la estrategia de acoso y derribo al Gobierno de España. En sus ratos libres, también ocupa su tiempo en talar todo árbol viviente en su Rincón de la Victoria natal.

En mayo, consumidos dos meses de estado de alarma, el presidente Salado anunció el denominado Plan Málaga como el eficaz remedio que acabaría con la crisis e impulsaría la reactivación económica en la provincia. Los ayuntamientos recibirían 70 millones de euros.

Tras el anuncio comenzó la maquinaria propagandística a funcionar. El Gobierno de la Diputación ofreció varias ruedas de prensa desglosando el plan, los diputados gobernantes comenzaron a visitar a los alcaldes y alcaldesas vendiéndoles los miles de euros que iban a recibir y el presidente Salado enviaba cartas a los ayuntamientos con el reparto de la tarta que a cada municipio correspondía.

Seis meses después, el Plan Málaga es una milonga. Los ayuntamientos no han visto un solo euro y los alcaldes y alcaldesas no pueden más, encontrándose en una situación de asfixia económica. El Plan Málaga ya es el mayor engaño perpetrado por la Diputación de Málaga en años.

Y aún más grave, el presidente Salado ha tratado de vender este plan como algo extraordinario motivado por la crisis sanitaria cuando en ningún caso es así. Es una operación de marketing, en la que agrupan los fondos del Plan de Asistencia y el Plan de Inversiones Financieramente Sostenibles, ya existentes, para llamarlos de otra forma y que parezca lo que no es.

Una Diputación saneada, pero de derechas, no ha sido capaz de impulsar una sola medida económica de carácter extraordinario para ayudar a los municipios en la mayor crisis sanitaria, económica y social que se recuerda.

Los alcaldes y alcaldesas de la provincia difícilmente van a olvidar que cuando peor lo están pasando, la administración que tiene la competencia de asistirlos y ayudarlos, que es la Diputación de Málaga, no ha estado a la altura de las circunstancias y los ha dejado tirados en la cuneta.

El presidente Salado ha estado liderando la confrontación con el Gobierno de España por los ahorros municipales, mientras lleva seis meses con el grifo cerrado a los ayuntamientos de su provincia.

Señor Salado, los ayuntamientos no pueden más. Deje los árboles de su ciudad en paz, no ponga la Diputación al servicio de las estrategias de su partido, abandone la propaganda que para eso ya está Bendodo en San Telmo y dedíquese a lo importante. Pague usted cuanto antes lo que les debe a los ayuntamientos de la provincia.

TRANSPARENCIA

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