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Otra oportunidad perdida para Málaga
Málaga es una ciudad de oportunidades: las genera y las recibe. Resulta obvio resaltar que nuestra economía ha experimentado un gran crecimiento en las últimas décadas, ese es un hecho innegable. Al calor de las importantes inversiones que nuestra tierra recibió en la pasada década nuestra metrópoli ha florecido como el referente que es ahora en el sur de nuestro país.
La memoria colectiva no olvida, la personal tampoco. No mucho tiempo atrás, hace casi 30 años, quien hoy escribe estas líneas jugaba a la pelota en las calles de Miraflores aún terrizas. Recién entrada la democracia, con las nuevas corporaciones municipales, se empezó a invertir en mejorar la calidad de vida de los y las malagueñas en aquellos lugares donde residían: nuestros barrios. Se fueron urbanizando las calles tal y como las conocemos hoy. Este avance contribuyó notablemente a la mejora de nuestra ciudad.
Cada ciudad necesita de inversiones para que esas oportunidades de desarrollo la hagan crecer y estructurarse. Esto es tremendamente necesario para que quienes la habiten tengan un futuro mejor. Y para ello necesitamos infraestructuras. Las grandes infraestructuras han sido las que han convertido Málaga en una gran conurbación junto a los municipios que forman su cinturón provincial. Ha sido el Gobierno central en su mayoría, mediante el mecanismo inversor de los Presupuestos Generales del Estado, el encargado de dar ese impulso que necesitábamos para enraizar el potencial que teníamos por ubicación y clima, y superar el déficit que supuso la dictadura en nuestra tierra.
Sin embargo, la semana pasada, cuando recibimos de manos del Gobierno central las cuentas anuales para este ejercicio, probablemente prorrogadas también para 2019, la lectura de la inmensa mayoría de ciudadanos fue la misma: otra oportunidad pérdida para Málaga.
Este periódico publicó en su edición del miércoles 4 de abril un gráfico demoledor para los intereses de los malagueños. Plasmaba de manera fiel las inversiones que nuestra ciudad había recibido en la última década. La caída del gráfico en los últimos años, desde que el Partido Popular entró a gobernar el país, es dramática. El récord de mínimo histórico en cuanto a inversiones se lo repartían el pasado ejercicio y estas cuentas para 2018 que se acaban de presentar. Apenas serán 140 los millones de los que dispondremos para proseguir este proyecto de ciudad y provincia. No habrá grandes inversiones, ni se realizarán las obras necesarias. Se pagarán sueldos y poco más.
Málaga necesita actuaciones urgentes que la catapulten hasta convertirse en la tercera ciudad potencial de nuestro país, que la conduzcan a ser en un futuro no muy lejano la gran capital del sur de Europa, algo a lo que efectivamente podemos y debemos aspirar. Pero para eso se encuentra con una pesada losa en materia de inversiones que están suponiendo estas legislaturas de Mariano Rajoy.
Tendríamos que remontarnos a los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, tan frecuente como injustamente criticado por la derecha malagueña, para encontrar los años más prósperos para nuestra ciudad. De la mano de una malagueña como Magdalena Álvarez llegaron el AVE, la nueva terminal del Aeropuerto o la hiperronda, infraestructuras todas ellas que han sido determinantes en el crecimiento de nuestra ciudad, entonces la tercera provincia en inversiones nacionales, y hoy de las últimas.
Y Málaga ha crecido, vaya si lo ha hecho, gracias a estas inversiones y las que antecedieron, en estos años que vivimos de democracia. Lamentablemente, debemos hablar de un periodo negro, que es el actual, donde los grandes proyectos de ciudad, dependientes del Gobierno central y local, se encuentran paralizados: ferrocarril del Puerto, puesta en servicio permanente de la segunda pista del Aeropuerto, cercanías al PTA, terrenos de Repsol, puesta en carga de suelo industrial, Astoria, Guadalmedina, puerto de San Andrés y un largo etcétera.
¿Y quiénes seguimos penando esta situación? Los malagueños y malagueñas. Somos quienes perdemos esta nueva oportunidad, quienes nos volvemos a quedar sin inversiones. Recibiremos, junto al resto de andaluces y andaluzas, el agravio de un gobierno del Partido Popular que en estos Presupuestos Generales del Estado vuelve a marginarnos, dándonos menos dinero del que nos pertenece. Aplicando una financiación autonómica injusta, tal y como destaca no solo quien hoy escribe y su partido, que también, sino la propia patronal que lo define como infrafinanciación.
La parálisis y falta de confianza en Málaga, en unos casos por un gobierno insolidario e insensible, como el de Rajoy, y en otros por un alcalde, Francisco de la Torre, fiero a la hora de reclamar a la Junta cualquier acción, y dócil y manso cuando de su partido y Gobierno central se trata, nos condenan otro año más y frenan nuestras ansias de un crecimiento racional y sostenible. Otra oportunidad que se nos escapa.