BLOGOSFERA

Francisco Javier Conejo Rueda

Si España pudo, México también puede


Vive México estos años un debate social sobre el matrimonio igualitario que los españoles ya superamos hace once años con la aprobación de la ley que permitió a personas del mismo sexo contraer matrimonio. Nuestra experiencia ha servido a otros países, cuyos gobiernos han seguido los pasos de España. Pese a las diferencias entre países, la resistencia al matrimonio igualitario enmascara un rechazo de la homosexualidad, sobre todo en sociedades donde ésta es perseguida o condenada socialmente con la discriminación.

Con motivo del décimo aniversario de esta norma, el ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, impulsor de un cambio legislativo que nos hizo más “decente” como país, recordaba en un artículo en The Washington Post que “hace sólo unas décadas, España era un país oficialmente católico en el que la ley definía la homosexualidad como ‘antisocial’ y estipulaba que la gente gay debía ser confinada en centros de rehabilitación”. Si España pudo, México también. Ambos casos comparten antecedentes sociales parecidos y, aunque a la inversa, hemos recorrido un camino judicial. La Justicia ha dado la razón a quienes defienden el matrimonio igualitario. En España, el partido de la derecha conservadora recurrió ante el más alto tribunal la ley de 2005. Aquí, a la espera de una legislación nacional, los tribunales han avalado las normas de los diferentes estados y los jueces deben seguir un criterio favorable en los contenciosos que se pongan en caso de desamparo. La Justicia responde a una reivindicación justa y lo hace garantizando un derecho en términos de igualdad, con independencia de donde vivan los mexicanos. Hace legal lo que es un hecho en la calle.

Quienes sostienen el rechazo social olvidan que la labor de los líderes es señalar un punto en el horizonte de la igualdad y llevar unida a la ciudadanía hasta esa meta, que seguro será el comienzo de nuevas reivindicaciones. La ley nos hace iguales y nos hace más tolerantes cuando es justa: en estos diez años, según diversos estudios, la aceptación del matrimonio igualitario ha aumentado en España. El 66 % de los españoles declaraba estar a favor del matrimonio igualitario en el momento de la aprobación, y solo el 48 % a favor de que las parejas del mismo sexo pudieran adoptar. En 2013, un estudio del centro estatal de demoscopia revelaba que el respaldo al matrimonio igualitario había crecido hasta el 71 % y el apoyo a la adopción, hasta el 64 %. Y a día de hoy somos unos de los países más tolerantes con la homosexualidad.

Nos permitimos afirmar que la sociedad mexicana avanzará a mayores cuotas de igualdad si convierte el matrimonio entre personas del mismo sexo en una bandera de una agenda política por una sociedad más igualitaria, que integre la lucha contra la principal desigualdad entre hombres y mujeres. La tolerancia se contagia, como demuestra que el tolerante con su vecino será más tolerante con un extranjero. Si en el ámbito internacional los avances mundiales suelen venir de la mano de actores políticos que como los rompehielos abren camino en la defensa de un mundo más igualitario, en el caso de los países son las minorías las que llevan a la agenda política la igualdad y lo que a priori es un asunto que afecta a un colectivo, acaba siendo bandera para la sociedad en su conjunto.

Los derechos de las minorías, más allá de que nuestras sociedades complejas son una articulación de la suma de los derechos de diferentes minorías, actúan de detonantes para afrontar un verdadero proyecto global de reforma política por la igualdad. De hecho, el movimiento gay así lo entendió de manera inteligente, cuando vinculó su lucha a la de otros colectivos. Invito a quien no conozca la historia de Harvey Milk, activista estadounidense, y su estrategia conjunta con los sindicatos de camioneros para unir esfuerzos frente al poder político que ninguneaba sus reivindicaciones. O a que vean la comedia ‘Pride’, de Matthew Warchus, que narra la historia real de un grupo de activistas LGTB en Gran Bretaña que iniciaron una campaña para ayudar a las familias afectadas por una huelga de la minería en 1984 bajo el nombre ‘Lesbians and gays support the miners’. Al principio, los mineros rechazaron esta ayuda, pero después comprendieron que la justicia social -sea al reclamar una igualdad de trato social y legal, o una reivindicación laboral- nacen del mismo manantial humano.

México está ante el reto de un gran avance en derechos sociales. El matrimonio igualitario no es una lucha restringida a un colectivo, es la lucha de una sociedad por la convivencia, la tolerancia y la igualdad. No puede verse como un paso de unos pocos, sino más bien un gran paso para la sociedad en su conjunto. En España llevamos once años oficiando bodas entre personas del mismo sexo, en un país más digno y más feliz.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos