BLOGOSFERA
(Di)solución
Un amigo que se dedica a la terapia de parejas sostiene que, en ciertas ocasiones, la mejor solución es la disolución. El martes que viene se disuelven las Cortes que elegimos el 20 de diciembre. No creo que la disolución sea la mejor solución a nuestros problemas para formar gobierno, pero ha resultado ser la única. Que lo que ha ocurrido sea algo que previeron los padres de la Constitución allá por 1978 debiera tranquilizarnos, en el sentido de que en el manual de nuestro sistema político estaba previsto este fallo. Que, después de tanto tiempo, el fallo nos haya ocurrido precisamente a nosotros debería hacernos pensar. Y para pensar es fundamental tardar en encontrar un culpable, porque en el momento en que encuentras al culpable ya dejas de pensar, que es muy cansado, y te dedicas sencillamente a hacerle grandes, abundantes y ruidosos reproches para que todo el mundo se entere.
Incluso para un andaluz de la Serranía de Ronda, como yo, el humor es la respuesta instintiva ante las contrariedades. De modo que, mientras el pasado jueves salía del Hemiciclo, comentando con un compañero que ésa era la última sesión de la legislatura antes de la disolución, otro diputado dijo con bastante pesadumbre que quizá que nos fuéramos todos sería la solución a todos los problemas del país. Le dije: no es bastante. Ésa es la respuesta que Rocinante le da a Babieca cuando éste le dice que se queje de que el escudero no le da de comer. No es bastante. /¿Cómo me he de quejar en mi dolencia, /si el amo y escudero o mayordomo/ son tan rocines como Rocinante?. No es bastante con disolver el Parlamento, sostuve, también habría que disolver al pueblo, porque si es el mismo electorado el que vota, es muy probable que vote lo mismo. Obviamente mi afirmación era una ironía, no se puede disolver al pueblo, aclaro, pero es que estos días, más que cervantino, me levanto cervantisco.
Si pensamos que la culpa es de algunos políticos, o de todos los políticos, pero sólo de los políticos, probablemente corramos el riesgo de repetir el error, porque los electores votarán lo mismo o no votarán. No cabe duda de que los políticos son responsables de no haber encontrado una fórmula de gobierno, pero ni todos los políticos son igual de responsables, ni sólo los políticos son los únicos responsables de esta situación. Por eso los políticos deberán cambiar su forma de proceder, pero también los electores deberán cambiar su forma de votar, si es que unos y otros no quieren volver a encontrarse en la misma situación dentro de dos meses.
De modo que la disolución por sí sola no es una solución a nuestros problemas, necesitamos aprovechar este tiempo para preguntarnos por qué ha sido imposible formar gobierno y qué podemos hacer para incentivar los comportamientos más dialogantes y más propicios al pacto entre nuestros representantes, porque me temo que sólo el diálogo y el pacto son el verdadero camino a la solución de nuestros problemas como país. Claro que convendría que ese camino lo iniciáramos todos, damas, caballeros, escuderos y rocines.