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Estefanía Martín Palop

¿Prohibir tirar comida?


En febrero, el Senado de Francia aprobó una ley pionera en el mundo: la prohibición de que las grandes cadenas de supermercados tiren alimentos a la basura y la obligación de donarlos a los bancos de alimentos. Se trata de una victoria política liderada por un joven concejal a la que se sumaron colectivos ciudadanos, activistas y consumidores en contra del desperdicio de alimentos o de su destrucción, que en Francia se cifra anualmente en 9,1 millones de toneladas de alimentos.Esta iniciativa surge en el ámbito municipal, donde es mayor la proximidad a los problemas de la ciudadanía y donde también en muchas ocasiones nos sentimos más lejos de las posibles soluciones.

¿Qué dice la ley francesa? Su ponente, el socialista Guillaume Garot, explica que los supermercados tienen un año para firmar acuerdos con las asociaciones solidarias para donar los productos sobrantes y evitar así que acaben en la basura. Las empresas no pueden descartar o destruir esos productos y aún caducados deberán tener un uso final, por ejemplo, para el alimento animal. Comparto que la ley debe ser ahora impulsada por la sociedad en su conjunto, ya que el principal despilfarro de alimentos se produce en nuestros hogares. España es el séptimo país de la UE que más despilfarra, con 7,7 millones de toneladas, con una media de 76 kilos por hogar al año.

La crisis ha acrecentado la relevancia de la red de solidaridad y garantía alimentaria que conforman los bancos de alimentos, comedores y colectivos sociales.Las administraciones públicas han reforzado su colaboración directa. La regulación de esta red en el plano local ha sido una prioridad para el Grupo Socialista para evitar que la solidaridad se convirtiera en caridad y a su vez en un negocio a base de la desesperación de las personas en riesgo de exclusión. Su función no debe sustituir la obligación de los poderes públicos de proteger a las personas. Recortar en nuestro Estado del Bienestar y apoyar esta red de ayuda es incompatible. Un gran apoyo sería legislar en contra del despilfarro de alimentos y promover la concienciación ciudadana contra el consumismo desbocado. La OCU ha lanzado una campaña en esta línea y con la referencia del ejemplo de Francia. No es suficiente con los pasos que se dieron en 2013 con la estrategia ‘Más alimento, menos desperdicio’. Un paso más sería reforzar la capacidad de la red asistencial, cambiar los hábitos de consumo y pedir a las grandes cadenas un mayor compromiso social. El debate está abierto.

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