BLOGOSFERA

María Gámez Gámez

Málaga necesita un Instituto Municipal del Libro


Mi iniciación a la lectura, como la de no pocos en aquellos años setenta, tomó lugar en las salas de una biblioteca. En concreto, la desaparecida sobre el Teatro Romano. A veces conseguía comprar con gran esfuerzo en la tristemente también desaparecida librería Negrete, en el barrio de la Victoria. Para aquéllos que no teníamos recursos, la lectura afortunadamente estaba accesible gracias al sistema de préstamos de las bibliotecas. El impulso previo, la necesidad de leer provenía de la curiosidad personal o por la semilla de lo que vieras o te inculcaran tus padres. Esa Málaga de las mil tabernas y una sola librería, en una proporción que todavía hoy casi es cierta, sólo puede ser combatida con políticas activas de estímulo a la lectura. Por eso creo que no nos sobra en absoluto un Instituto Municipal del Libro.

Otra cuestión es si hasta ahora ese Instituto ha tenido la capacidad, el presupuesto y la impronta para cumplir con las funciones que creo que le son propias: fomento de la lectura desde las etapas más tempranas, absoluta coordinación con la red de bibliotecas (que por cierto deben de crecer en horario y fondos), y organizar actividades múltiples para todos los públicos.Acercar, especialmente, a los sectores de la población que más lo demanden la figura de un Instituto municipal del libro con unas funciones claras y nítidas con las que llevar la mayor de las libertades en nuestro sistema democrático: información y conocimiento para ser más libres y responsables socialmente. 

Este es el objetivo que defendemos desde el Grupo Municipal socialista cuando proponemos la permanencia del Instituto Municipal del libro. Los acuerdos a los que han llegado dos fuerzas políticas para permitir que una de ellas gobierne la ciudad no es un punto final en este asunto. Algunas de las consecuencias del mismo pueden ser objeto de modificaciones posteriores fruto del debate o de las circunstancias que emanen de una toma de decisión como ésta que supone hacer desaparecer el Instituto Municipal del Libro. El escenario perfecto para ese debate lo tenemos en nuestras comisiones o en la celebración del pleno mensual.

En esta situación permanente de revisión en la que nos hemos instalado para hacer frente a nuevas maneras de gestionar los recursos públicos desde la eficiencia, la transparencia y la regeneración democrática de las instituciones no justifica decisiones traumáticas para el instituto. Es inaceptable desde nuestro planteamiento ideológico y programático aceptar con naturalidad que el ahorro (ridículo por otra parte) pasa por la desaparición del Instituto Municipal del Libro, mientras derrochamos sin sentido otras partidas de las que tenemos demasiados ejemplos.A tenor de los últimos estudios sociológicos elaborados por el CIS del primer trimestre de este año el 35% de los encuestados no leen “nunca o casi nunca”. En concreto una media de 8,6 libros al año, si se limita el cálculo sólo de los dos tercios restantes de la población que sí leen. En Finlandia, por citar uno de los países modélicos en este sentido, los libros leído por habitante al año son 47. Otro gran estudio Hábitos de lectura y compra de libros publicado por la Federación de Gremios de Editores mostraba una idéntica  tendencia aproximada de un 65% de sociedad más lectora. Del mismo modo que ambos estudios evidencian que las mujeres leemos más que los hombres.

El IML necesita que se revisen sus contenidos, se mejoren sus programas, se fiscalicen sus objetivos y que entre todos aportemos aquellas iniciativas que aporten solvencia y eficiencia a los recursos públicos que destinamos para su actividad programática. Es evidente que no nos vamos a detener en el análisis de sus partidas presupuestarias, si es de recibo aumentarlas o no, con las actividades actuales, desde esta tribuna. Sí puede afirmarse que a todas luces se han podido conseguir mejores resultados. La necesidad de las mejoras oportunas no conlleva la eliminación del Instituto Municipal del libro. La existencia del mismo para el Grupo municipal socialista está más que justificada. A la par queremos que se introduzcan mejoras importantes. Exigimos que se coordine con la red de bibliotecas municipales y con las actividades desarrolladas en esos centros naturales de lectura en la ciudad. Debe ser un motor constante y hábil para fomentar el hábito de la lectura especialmente en nuestros barrios y distritos y apartarse del escaparates no intelectual de fácil fotografía para el primer edil.  Solicitamos que los fondos municipales recalen de una forma más directa en los creadores literarios  locales que permanentemente buscan solucionesde edición o promulgación a sus creaciones literarias. Mantenemos respecto a la elección de su responsable, al igual que para el resto de gerentes o responsables en otros organismos, empresas o entes municipales que se realicen bajo la premisa de mérito y capacidad, en un proceso competitivo.De nuevo la excusa perfecta de un acuerdo de investidura esconde una clara intención ideológica que aleja la cultura y la expansión de la misma desde las instituciones públicas. Para los socialistas la eliminación del Instituto Municipal del Libro no es sólo un objetivo concreto o simples retazos de un acuerdo de investidura sino que marca una línea clara de actuación de un gobierno municipal alejado de la preponderancia de la cultura como columna vertebral en la ciudad. El espejismo de grandes titulares en relación a la cultura oculta que el fomento de la lectura entre nuestros jóvenes importa poco, la unificación de propuestas desde nuestras bibliotecas municipales o el cuidado de nuestros escritores locales no son prioridad para los grupos políticos que firmaron el acuerdo de investidura. La desaparición – si se lleva a término- del Instituto Municipal del Libro es una clara carta de presentación de lo despreocupado que están el PP y Ciudadanos por la cultura de la palabra en Málaga.

TRANSPARENCIA

Información económica sobre el PSOE de Málaga y de sus cargos