BLOGOSFERA
Discurso ante el Comité Provincial Extraordinario del PSOE de Málaga
De nuevo, en un comité provincial extraordinario, a las puertas de una campaña electoral y de las elecciones generales más importantes de la última década, marcadas sin duda, por lo que suceda el próximo domingo en Cataluña.
Os felicito a todos, a todas las agrupaciones, por la normalidad, celeridad y participación en el proceso de consulta para la elaboración de la candidatura al Congreso y al Senado que presentaremos por la provincia de Málaga.
Ambas candidaturas para las que os pido el apoyo de este Comité, de todos vosotros y vosotras, están formadas por hombres y mujeres, gente joven y gente con experiencia, y es una representación de todas las comarcas y de Málaga capital.
La candidatura al Senado está encabezada por un referente social en la provincia, Antonio Morales. Un hombre que ha decidido, tras una vida dedicada a la Justicia, en mayúsculas, aportar toda su experiencia luchando por la justicia, esa que se escribe en minúscula, pero que es nuestra bandera como partido.
Es un hombre de valores socialistas, profundamente comprometido. Y muy activo. Con muchas ganas de hacer y de cambiar. Es un veterano enérgico, todo un senador.
Conoce la provincia, sus necesidades, conoce el papel fundamental del conocimiento, en el futuro de Málaga y la función social de la Universidad de Málaga.
La candidatura al Congreso la encabeza quien os habla.
Las próximas elecciones tienen algo diferente para mí.
Por motivos políticos, como secretario general, y por motivos personales, como un diputado que llegó al Congreso y nunca imaginó que recorrería este camino, siempre de la mano de grandes compañeros y compañeras, hasta liderar la candidatura.
Ya os dije en una ocasión, que cuando me senté por primera vez en el escaño, siempre pensé que también se sentaba una generación política, pero, sobre todo, una clase de personas a las que parecían vedadas las grandes instituciones del Estado.
Aquellos, cuyas aspiraciones sólo puede defender la política, porque no tienen poder al margen de ésta.
Entendí que el PSOE nació profundamente político, en mayúsculas, y ahora comparo y veo a más de un partido de la antipolítica, hacer la peor de todas las políticas: la negación de ésta.
Desde ese escaño, que ha variado de posición con las legislaturas, he visto cómo este país ha ido cambiando, pero desgraciadamente, he visto también empeorar la situación.
No diré que siempre mejor con nosotros y siempre peor con los otros, no caeré en ese maniqueísmo, pero puedo decir que he visto avanzar más a este país de nuestra mano, que de mano de la derecha.
Ahora ocupo un escaño que me permite mirar a los ojos a los hacedores del desastre, y quiero que sepáis que sus ojos sólo transmiten indiferencia y la insensibilidad de quienes sí tienen el poder fuera del escaño.
Aquel día de mi primera llegada al Congreso, figuradamente, entró el niño que estudió en Mollina y en Antequera, que ayudaba a sus padres en las tareas del campo, entró el licenciado en Biológicas que al poco tiempo defendía una proposición no de ley para la creación del Consejo Estatal de la Biología.
He preguntado mucho y lo seguiré haciendo, porque entendí pronto que el Gobierno tiene las respuestas, las buenas y las malas, pero más importante era saber qué preguntar.
Me he subido a esa tribuna, desde la que se han lanzado gritos de libertad y gritos de asalto; lo hice para defender leyes que han transformado la vida de millones de personas.
Siendo ponente de la ley de dependencia o de la ley de lengua de signos, supe que la política puede hacer grandes cosas, que la buena política nos empequeñece, porque lo que queda es el gran legado, el mismo, que el partido más insensible de la democracia española, el PP, ha ido desmontado día a día en el BOE.
Aunque creo que el Congreso no me ha cambiado; en él, si he madurado como persona y como político. Sí, como político.
No renuncio, ni renunciaré, a ser llamado así.
Porque entiendo que político es aquel que dedica su tiempo, a veces su vida, a participar activamente en el gran proceso de la deliberación democrática, quien decide sacrificar una vida personal a cambio de una retribución, vista hoy como privilegio pero que nació, para que los hombres que vendimian puedan también representar a sus conciudadanos y evitar, que la política quede sólo en manos de los poderosos y de los ricos, en manos de aquellos que lo tienen todo y también persiguen el control directo de la política, el mismo que tuvieron cuando la política era cosa de ciudadanos capacitados, entre los que no estaban las mujeres.
Recordad: en la historia del ser humano, no siempre votamos todos y todas, y no siempre pudimos ser votados todos y todas.
Encabezo una candidatura y en eso soy novato.
Toda la experiencia parlamentaria y política, todos los días viajando por esta provincia, por cada uno de sus municipios, como diputado raso, cartera en mano lleno de iniciativas, se comprimen y queda solo la responsabilidad y la incertidumbre.
La política es terreno de incertidumbre.
Quien busque la verdad y la tranquilidad que se dedique al arte, el único lugar donde pueden encontrarse ambas.
Lo digo siempre y permitidme recordarlo: una candidatura trenza nombres, pero también la generosidad de quienes han dado un paso atrás.
Hoy quiero agradecer a la mujer que encabezó esta candidatura hace cuatro años, Trinidad Jiménez, su trabajo por la provincia de Málaga y por España, porque como ministra se entregó en cuerpo y alma al servicio a España.
Trini ha anunciado que se retira de la política.
Bien sabe ella, que de la política uno nunca se retira, sobre todo, quienes por ella han dado mucho de sus vidas y deben mucho de lo que son.
Trini, gracias por tu trabajo, por tu disponibilidad y por tu sonrisa.
Compañeros y compañeras,
Hay quienes piensan que la política tiene mucho poder, y por política entienden a los políticos o a los partidos.
Pero la realidad es que la política es débil frente a otros poderes no democráticos.
Hay quienes consideran prescindible a la política o quieren que sea irrelevante, y que sencillamente el político calle, para que hable el técnico, o peor aún, que el técnico decida y el político aplauda.
No estoy de acuerdo para nada, puesto que hasta en las peores crisis sanitarias, y de eso sabe Trini, las decisiones son profundamente políticas.
Yo creo y defiendo que como partido debemos defender la política, la buena política, y defender con uñas y dientes el ejercicio de la política, adaptada y renovada, pero sin caer en un populismo peligroso, el populismo de quienes se sienten superiores a sus representantes.
Cuanto más desgastemos la política, menos oportunidades tendrán a quienes debemos defender: los no poderosos de la sociedad, a ese gran 90% de personas que han delegado en partidos y en sus representantes la cosa pública, el debate y las soluciones.
Por eso la honradez, la honestidad, la ética y la limpieza en el debate democrático son las únicas armas para dignificar la política.
Compañeros y compañeras del Comité Provincial.
Si hoy el PP gobierna menos ciudades y autonomías que nunca en su historia reciente; si hoy, una mayoría de españoles está gobernada por socialistas en sus ayuntamientos y autonomías, es porque hemos tenido el coraje de reconocer errores y de construir un proyecto nuevo; es porque hemos sabido escuchar a los ciudadanos y entender sus angustias.
En pocos meses, hemos cambiado el mapa político en España, y lo hemos hecho a nuestro estilo: con humildad y desde el diálogo, con serenidad, con seguridad.
Una vez más, Andalucía ha estado a la cabeza del cambio en España.
Primero fue el triunfo, brillante, de Susana Díaz. Luego siguieron las municipales y autonómicas.
Y ese proceso va a culminar con la victoria de Pedro Sánchez en las generales.
Y para conseguirlo los andaluces, los malagueños, debemos aportar mucho.
Para ello es fundamental que la ciudadanía no olvide.
Hace casi ocho años, comenzó la mayor crisis económica vivida en la España democrática.
El PP se presentó como garante para salir de la crisis, volver al crecimiento económico y a la creación de empleo, y los ciudadanos apostaron por ese cambio.
Pero cuatro años después de la llegada de Rajoy, la crisis económica ha derivado en una triple crisis: social, territorial e institucional.
A día de hoy, es cierto que algunos indicadores económicos se están recuperando.
Pero esto se debe fundamentalmente a factores externos como la actuación del BCE, la debilidad del euro o la caída de los precios del petróleo.
La única estrategia que ha tenido el gobierno del PP para recuperar la competitividad de nuestro país ha sido bajar salarios, recortar servicios públicos y eliminar derechos sociales.
El PP prometió crear empleo, pero la legislatura va a acabar con la misma tasa de paro con la que empezó.
No sólo han sido cuatro años perdidos para la creación de empleo, sino que han sido cuatro años de retroceso.
La reforma laboral del PP tiene entre sus logros que nueve de cada diez contratos sean temporales, de ellos un tercio a tiempo parcial, que el salario medio haya caído 160 euros al mes, mientras que el sueldo de los directivos ha crecido un 10%. O de que haya más de dos millones y medio de trabajadores pobres.
Ahora hay menos personas con empleo, pero más personas con empleo que son pobres.
Con la reforma laboral, hay más contratos, pero más precarios, sobre todo para las mujeres.
Las políticas de la derecha no han creado empleo, han troceado el que había.
A pesar de que el PIB crece, en España se trabajan millones de horas menos que hace cuatro años, se cotiza mucho menos que al principio de la legislatura y se ha producido la mayor devaluación salarial de la democracia.
En España hoy no hay más trabajo, sino peores trabajos.
No hay menos parados, pero sí menos parados sin ningún tipo de protección, sin cobertura por desempleo.
Preguntadle a la gente: ¿estamos mejor que hace cuatro años? No, rotundamente, no.
En estos años también hemos sufrido los mayores recortes en políticas sociales de la democracia, que han afectado sobre todo, a la clase media y trabajadora.
Recortes que han deteriorado el bienestar de la mayoría, e incluso la posibilidad de llevar una vida digna a muchas personas.
Pero no son sólo los recortes. El gobierno de Rajoy ha subido 50 impuestos.
Y ha llevado a cabo una reforma del IRPF perjudicando al 90% de las familias y beneficiando sólo al 10%, eso sí, a las que tienen mayores rentas.
Se ha realizado una amnistía fiscal bochornosa para beneficiar a los grandes defraudadores.
En definitiva, el balance de la política económica de la legislatura de Rajoy, se traduce en que hay la misma tasa de paro que hace cuatro años, pero 20 puntos menos de cobertura al desempleo, y en que los trabajadores tienen salarios indecentes y menos derechos.
Si en el terreno económico, estos años han sido el fin del espejismo del milagro económico de la derecha (y de Rato), en el terreno de los valores y las libertades, hemos visto a la derecha más reaccionaria y antigua.
Rajoy empezó la legislatura recortando derechos y la va a acabar recortando libertades.
La ley mordaza, el nuevo código penal, el tasazo judicial o las idas y venidas de la ley del aborto son algunos ejemplos de todo ello.
Pero las libertades y los derechos no es lo único que el gobierno ha recortado en estos años. Si en algún terreno ha sido reconocible la derecha de toda la vida, ha sido en el social.
La crisis ha sido la coartada perfecta para que la derecha pueda aplicarnos su modelo de sociedad. Recortando derechos, reduciendo la calidad de los servicios públicos y privatizando estos servicios.
En estos años el PP ha impuesto recortes millonarios en sanidad y educación, ha estrangulado la ley de la dependencia, ha impuesto los copagos médicos y farmacéuticos, ha privatizado hospitales y ha recortado becas y aumentado las tasas universitarias.
Estas políticas han provocado un modelo social profundamente injusto, donde la sanidad es un negocio para unos pocos, y la educación una barrera para muchos, en vez de un ascensor social.
En definitiva, el gobierno de Rajoy en estos cuatro años ha sido ineficaz económicamente e injusto socialmente.
Además de la crisis económica (a la que el PP ha respondido con medidas que han perjudicado a la mayoría), y la crisis social y política (de la que el PP es en gran parte responsable) se ha añadido otra crisis: la territorial.
Veremos cómo acabamos el próximo domingo.
Estos han sido los últimos cuatro años con un presidente que no hace entrevistas para que no se le vean las goteras.
Un presidente que ha abandonado Málaga.
Rajoy se ha reído de los malagueños presupuesto tras presupuesto.
Ha sido un cuatrienio negro para la inversión estatal en la provincia de Málaga.
Con el Partido Popular en el Gobierno de España, esta provincia cierra la legislatura entre las diez provincias con menos inversión por habitante de todo el país, nos ha llevado directamente al hoyo.
Cerramos esta negra legislatura en el puesto 44, con 85 euros menos por malagueño y malagueña que la media nacional.
¿Esto qué significa? Que la provincia ha perdido el tren de la inversión pública del Estado porque no hay inversiones, ni hay previsión futura para inversiones, lo que es peor.
Esto es lo más preocupante: no hay presente y no hay futuro inversor.
Lo que tendrá un efecto muy negativo en la creación de empleo ahora, y sobre todo en las expectativas futuras.
Es un serio problema para una provincia dinámica, cuya recuperación económica precisa de la inversión del Estado.
Con Gobiernos socialistas Málaga estuvo a la cabeza de la inversión en España, se apostó por nuestra provincia, con el PP Málaga ha sido una provincia olvidada.
Estoy seguro que los socialistas recuperaremos el Gobierno de España y Málaga recuperará el lugar que no debió perder.
Viviremos un nuevo empujón inversor que generará empleo y riqueza, potenciando el Puerto, el transporte ferroviario y nuestro Aeropuerto. Necesitamos una segunda década dorada para las grandes infraestructuras en la provincia.
Éste es el panorama ante las próximas elecciones generales.
Y ante él, el PSOE debe ser el partido de la esperanza del cambio.
España es un gran país que reúne las condiciones para salir de la crisis y volver al crecimiento económico.
Pero los españoles quieren que ese crecimiento sea justo y llegue a todos y rechazan las desigualdades generadas por las políticas de la derecha.
Es posible el crecimiento económico acompañado de cohesión social y más igualdad social, nuestro verdadero proyecto político.
Para ello es necesario un modelo laboral donde los trabajadores tengan derechos y salarios justos, donde los servicios públicos recuperen su calidad, donde paguen más los que más tienen y donde se erradique la corrupción y se apueste por la transparencia de los poderes públicos.
Una España moderna, avanzada en derechos civiles y libertades públicas donde cada individuo pueda realizar su proyecto vital libremente y donde haya un Estado fuerte que garantice que nadie se quede atrás ni al margen.
Una España que recupere la igualdad como seña de identidad y que sea reconocida y respetada en el mundo. Ésa es la apuesta del Partido Socialista y de Pedro Sánchez.
Son unas elecciones cruciales.
A la ciudadanía hay que recordarle que estos cuatro años, no ha sido un sacrificio por el país sino el sacrificio de un país, de un modelo de convivencia, de una España que ya hoy nadie reconoce. No cabe la resignación.
Que la derecha no convenza a la gente de que hoy vive en un país mejor. Porque no es cierto.
Que la derecha no se vea como la gran gestora económica, porque su modelo económico ha engendrado la mayor crisis económica de nuestra historia reciente.
Que la derecha no triunfe en su imposición de un modelo ideológico que simplifica la política en gestión tecnocrática, economicista o mediática.
Vamos a ganar las generales y a cerrar para siempre este ciclo de recortes sociales, de precariedad económica y de crisis institucional.
Vamos a empezar por los olvidados del Gobierno de Rajoy: vamos a devolverles la esperanza y a construir un país que no deje atrás a nadie.
No va a ser fácil.
Es lógico que en muchos ciudadanos haya cundido el desánimo o la desafección. Pero los socialistas estamos preparados. Tenemos un buen currículum.
Representamos un ideal de transformación social que nació hace más de un siglo y que hoy se extiende por toda Andalucía.
Ayer, hace 136 años, era un grupo trabajadores que se despojaron de la resignación y se alzaron contra la injusticia.
Hoy, es un gobierno como el de Susana Díaz, que garantiza los pilares del estado del bienestar y la dignidad de los andaluces y andaluzas.
Somos la demostración de que el progreso es posible. Tenemos el aval de haber convertido en hechos, en realidades, lo que durante muchos años fueron aspiraciones para mucha gente.
Os pido todo vuestro esfuerzo en las próximas semanas.
Defendamos el proyecto político socialista con Pedro Sánchez como futuro presidente del Gobierno de España, una España unida en su diversidad y pluralidad, cohesionada, moderna, innovadora, esperanzada.
Muchas gracias.