BLOGOSFERA

Enrique Benítez Palma

España sin referentes


No conozco en profundidad ni la vida ni la trayectoria de Mario Soares, el líder socialista portugués, pero me gustó lo que dijo en la entrevista que publicó este domingo El País Semanal. Leyéndolo, volví a preguntarme por la ausencia de grandes referentes en nuestro país, y muy especialmente en la izquierda, que es lo que me duele. Trasladé mi pregunta a las redes sociales y alguien dijo que ese referente era Julio Anguita. Negativo. Nunca me han gustado las personas que confunden cabezonería con fortaleza, y por supuesto no considero buen político a quien no es capaz de ceder para llegar a un buen acuerdo. De los años recientes me quedo con la figura de Marcelino Camacho, con sus modestos jerseys de lana que un día supimos que se los tejía su mujer, Josefina Samper, compañera eterna de viaje y de vida.

Me arrepentí de no asistir a la gran manifestación de duelo por Marcelino Camacho, estando como estaba aquel día cerca de Madrid. Con él se fue quizás uno de nuestros últimos referentes, una persona que encarnaba los valores que deben ser siempre la bandera de quienes aspiramos a representar al pueblo con honestidad. Muy lejos quedan quienes lucharon contra el franquismo y que con el cambio se hicieron millonarios, asaltaron consejos de administración y decidieron vivir de espaldas a todo lo que habían defendido y representado. Son tantas las decepciones que da miedo contarlas.

En un momento como el actual, de ausencia de liderazgos claros, de callejones sin salida, se hace más necesario que otras veces buscar un ancla, un referente al que agarrarse. Una figura de la que aprender. Pero mira uno alrededor y casi todo es un páramo. La política desprestigiada y convertida en sus niveles más altos en una suerte de refugio de vividores, con muy notables y honrosas excepciones. El mundo de la empresa en manos de dirigentes muy alejados de esos patrones de conducta anglosajones, con ese punto de filantropía y de preocupación por los grandes temas que siempre ha ido mucho más allá de la simple cuenta de resultados. El cuarto poder infestado de oscuros personajes rivales en ambiciones, amarillismo y carencia de escrúpulos. Y la sociedad civil apenas independiente, tibia, intervenida, ausente de tan débil. De la Justicia, esa docta feria de las vanidades, mejor ni hablamos.

Nunca me han gustado ni los falsos liberales, predicadores de la competencia feroz para todos excepto para ellos mismos, ni los presuntuosos socialistas y comunistas que sólo lo son con dinero público. De la izquierda siempre he esperado ejemplaridad y un toque machadiano, felizmente oportuno en fechas como ésta. Si de los obispos sigo esperando esa renuncia coherente que sólo unos pocos, como Ramón Buxarráis o Nicolás Castellanos, llevaron a la práctica, de los dirigentes políticos a las que he querido admirar y seguir esperaba lo mismo: un gesto, una última voluntad de servicio, una entrevista como la del domingo. No me parecía tan difícil. Habrá que mantener la confianza.

TRANSPARENCIA

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