BLOGOSFERA

Miguel Ángel Heredia Díaz

El Estado de la Desigualdad


Los debates del Estado de la Nación acaparan un interés mediático relativo si tenemos en cuenta las audiencias televisivas de otros programas políticos -como el debate entre Felipe González y Artur Mas-, el flujo de mensajes en redes sociales sobre un falso documental del 23-F o las visitas que registran determinadas noticias ligeras en las webs de los diarios digitales. Culpa tendremos quienes nos sentamos en los escaños del Congreso para que el gran debate de política general del país nunca llegue a cumplir las expectativas de la ciudadanía, más bien sólo cuando éstas son pocas o ninguna. Culpa tendrá el formato del propio debate, alejado de los parámetros inmediatos e instantáneos que rigen en la actualidad. Culpa tendrá el torrente diario de información política que resta excepcionalidad a todo: \'de qué debatir si ustedes debaten de todo\'. Justamente ése es uno de los mandatos y la responsabilidad que asumimos al representar a la ciudadanía. La deliberación, con o sin acuerdo, es parte consustancial de la democracia.

El debate de esta semana ha sido el choque entre las dos Españas. No las machadianas, más bien las orteguianas. La España oficial y la España real o vital. Rajoy, presidente de la derecha española, rebuscó entre las cifras de la España oficial con las que quiere argumentar un relato a todas luces falso. El estado de nuestro país no es adónde camina, en nuestro deseo compartido de recuperación -recuperar, ¿el qué?- y mejora del país. El estado de España se condensa a partir del estado de su ciudadanía, de sus condiciones de vida, de sus esperanzas, de su estado anímico como colectivo. Con ese estado real de las cosas y la gente no conecta la visión triunfalista de un presidente que sube a la tribuna con este expediente macroeconómico: un millón de parados más en dos años, una deuda pública que ha aumentado en 250.000 millones de euros y una rebaja del crédito de otros 250.000 millones.

Si analizamos el estado real de las cosas, están peor que hace dos años, porque están peor para el conjunto de los españoles. El momento de nuestro país es el estado de la desigualdad que lo divide. Eso fue lo que defendimos los socialistas por boca de Alfredo Pérez Rubalcaba. Que la España de hoy es una España desigual. Esa es la España real. Gobierno y oposición, casi siempre, tienen visiones distintas pero pueden alcanzar soluciones comunes, siempre que el análisis y sus conclusiones sean las más acercadas a la realidad. Para Rajoy, que en España la pobreza en 2012 con respecto a 2008 haya subido del 20,8% al 28,1% de la población española es consecuencia de la crisis y no de sus políticas aplicadas supuestamente para combatirla.

El Informe sobre el Estado Social de la Nación, de la Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, señala que con esta subida de un 7,3% son casi 3,5 millones de personas las que han engrosado ese grupo al borde del abismo. En la actualidad hay en España más de 13 millones de personas en situación de pobreza y en riesgo de exclusión social. En los últimos datos publicados por Eurostat (febrero 2014), la tasa de pobreza o exclusión social EUROPA 2020, conocida como tasa AROPE, el 28,2% de los españoles están en situación de pobreza o exclusión social. La firme convicción de que la generación de empleo y la recuperación de la actividad económica es prioritaria no puede desplazar el foco de esta realidad, más bien es parte consustancial de ese gran primer objetivo. No lo tiene tan claro Rajoy. Deberíamos luchar contra la crisis y la consecuencias de la crisis. La recuperación es económica y social.

Por ello, resumir o plantear este debate entre optimistas y pesimistas, entre soñadores y cenizos, es un insulto a los millones de españoles. La política debe al menos no empeorar las cosas, resolverlas y mirar al futuro, simplemente porque en ese futuro están las soluciones. Pero el discurso del Gobierno de Rajoy vende esperanza robando futuro y presente. En este debate hemos comprobado cómo la diferencia ideológica es palpable: en el análisis y en las recetas.

A la derecha que acuñó el \'España va bien\' le importa muy poco la desigualdad, porque la recuperación se mide en otros índices que no son la tasa de pobreza o el riesgo de exclusión social, los sueldos de las clases medias y trabajadoras, de los autónomos, las pensiones. La prima de riesgo mide la solvencia de un país, pero un país que se endeuda y paga puede ser un país donde la brecha social sea tan profunda como para que agarren las semillas populistas que hemos visto germinar en otros países europeos. No es tiempo de triunfalismos ni de pesimismos, es tiempo de realismo, de abordar los problemas reales y aquellos que son percibidos por la ciudadanía como reales. Rajoy hizo historia esta semana, porque contó la suya. España vive peor que hace dos años y las reformas del PP, que ha aprovechado la crisis para hacer políticas de derechas que no se hubiera atrevido sin ella, han creado más problemas que los resueltos. España sigue en su laberinto. Sr. Rajoy, ¿en qué país vive usted?

TRANSPARENCIA

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