BLOGOSFERA
De nuevo el cine español
No logro entender esa aversión, casi odio, que siente la derecha política de este país hacia el cine español, y muy especialmente hacia sus protagonistas más conocidos y reconocidos. La ausencia del Ministro de Educación y Cultura de la gala de los Premios Goya es un desplante impresentable. Como dijo uno de los premiados, si el Ministro de Defensa no fuese al Desfile del Día de las Fuerzas Armadas sería cesado al día siguiente. No valen excusas, y mucho menos inventadas.
La defensa del cine español puede hacerse desde dos puntos de vista. Primero como industria, que crea riqueza y sostiene miles de puestos de trabajo, directos e indirectos. El propio Ministerio de Cultura dispone de cifras y estadísticas que avalan la potencia de nuestro cine, que además ha dado en estos últimos años películas relevantes con recorrido internacional. Si se mantiene un discurso a favor del talento, como ha hecho Wert al defender su reforma educativa, entonces no se le puede volver la cara a esa inagotable fuente de talento que es el cine hecho en España.
Pero además el cine contribuye decisivamente a trazar la imagen de un país, a retratar a las generaciones que van construyendo la historia, a veces con letra pequeña, pero siempre necesaria. Si los años del llamado destape reflejaban a una sociedad inmadura y reprimida, películas como La caza ponían sobre la mesa los conflictos larvados heredados de la guerra civil, mientras que Los santos inocentes indagaban en la contemporaneidad del caciquismo y los abusos del poder, tan nefasto en España a lo largo de los siglos.
Puede que el cine que se haga hoy en España sea menos comercial, más dirigido a una generación que se mueve entre la confusión y el hastío, entre la ilusión y la desesperanza. Todo este marasmo de recortes, pérdida de oportunidades, deterioro de la calidad de vida, toda esta maraña de vidas truncadas se refleja también en nuestras películas, que han dejado a un lado la diversión más comercial para transitar con paso firme por los callejones más oscuros de la crisis y sus consecuencias. Una condición indispensable del creador es la de hacerse preguntas, la de ser incómodo. Hay quien todavía prefiere los halagos, las risas fáciles, el disimulo. España no está para risas, y por eso tampoco lo está su cine. La gran familia española hace tiempo que lo ve todo de un color azul oscuro, casi negro. Sin duda hay quien vive mucho mejor con los ojos cerrados ante tan triste realidad.