BLOGOSFERA
Construcción capital
El anuncio de la presidenta de la Junta de situar el futuro de la construcción en unos de los puntales de su programa político para la recuperación económica y la reorientación del sistema productivo demuestra que su gobierno se enfrenta a la crisis con visión global y con decisión
Las cifras del paro en la provincia de Málaga, conocidas esta misma semana que acaba, confirman lo que todos nos temíamos: se mantiene la destrucción de empleo y alcanzamos máximos históricos de personas desempleadas. Un dato así nos da más razones para defender la decisión de la presidenta de la Junta de Andalucía de volcar todos los esfuerzos del gobierno autonómico en la rebaja de la población en paro y en la reorientación del sistema productivo, sin descanso y sin esperas, sin prejuicios. Si algo no puede reprocharse a Susana Díaz es la falta de decisión de encarar a las claras la recuperación económica como prioridad de manera activa, con auténtico empuje. Al tiempo que defiende el modelo de estado del bienestar en la autonomía pese a la asfixia financiera por parte del Gobierno de la Nación, el Gobierno autonómico asume sus responsabilidades en la estrategia productiva, sabiendo que en un entorno globalizado, con un margen legislativo más bien reducido, tendría que ser la administración recaudadora del Estado, esto es, el gobierno central, la que tomara cartas en el asunto. ¿Conocen ustedes alguna medida del Gobierno de España orientada a mover la economía, dicho en términos mundanos? Más bien lo contrario. El dato del desempleo es una bofetada para todos los responsables políticos. Lo digo sin paños calientes: ahora bien, hay quienes están más bien esperando qué pasa y otros estamos intentando que pase algo mejor para la sociedad.
En el debate de política general en el Parlamento de este pasado miércoles, la presidenta de la Junta avanzó un punto capital para esta provincia: diálogo social para la recuperación del sector de la construcción. Sin renunciar a un principio básico de toda política progresista: la protección del patrimonio natural común, que a la postre es el verdadero atractivo de nuestra tierra de futuro. El tejido empresarial vinculado a la construcción ha de ser una prioridad en el camino de la recuperación y la creación de empleo. Es sabido por todos, pero no todos lo han colocado en el centro del debate ni de sus prioridades políticas. Así demuestra Susana Díaz que cumple con las exigencias de su cargo: ser consciente de la realidad como primer paso para una búsqueda eficaz de soluciones. Esta estrategia tiene principios, el básico del antes citado de evitar el consumo intensivo de los recursos naturales entendiendo el crecimiento por el crecimiento, cuando debe ser un desarrollo como garantía de bienestar y progreso. Pero replanteamos, como no podía ser en un momento de datos extraordinariamente alarmantes, la situación. El primer paso: escuchar activamente la pluralidad de voces del sector de la construcción, que acaba siendo transversal a muchas de las políticas del Gobierno autonómico. Esa mesa de la construcción debe aportar las coordenadas del cambio del propio sector y de las políticas públicas que le afectan, lógicamente en unas coordinadas, sí ideológicas, de defensa de valores medioambientales -no siempre incompatibles con el desarrollo-, políticos -no a la privatización continua del espacio público, por ejemplo-, o sociales -garantizar la cohesión y el bienestar de la gente viva donde viva.
Para la provincia de Málaga este anuncio es de suma importancia. Por nuestra estructura productiva y por el paulatino cambio de ésta a una diversificación real en términos de creación de empleo. La mayor industria, la turística, exige de un sector constructivo saneado y fuerte. Piensen qué datos turísticos, y qué empleo generaríamos por tanto, sin las infraestructuras de comunicación que se proyectaron y ejecutaron en la anterior década. Piensen también qué capacidad y calidad hotelera tendríamos sin la recualificación del sector años atrás. Piensen qué oferta llenaría nuestros catálogos sin el empuje de los ayuntamientos en la creación de espacios urbanos nuevos. Por no hablar del atractivo residencial de nuestro territorio, el cual tiene aún más potencial en el futuro en una Europa que envejece. Compartirán conmigo la preocupación por el futuro de las grandes inversiones, entre ellas la construcción del anillo ferroviario, que unen tecnología de futuro y obra pública de presente. O el interés por la rehabilitación que mejore la calidad de vida de los ciudadanos de edificios que han envejecido a la par que ellos. Sin embargo, hemos de recuperarnos sin olvidar los excesos, que acabaron en una burbuja cuyas consecuencias sufren todos los niveles profesionales con más o menos cualificación (de arquitectos a peones), todos los territorios -interior y litoral- y tanto vendedores como compradores.
No es el papel más fácil el que nos corresponde a quienes defendemos horizontes más amplios que el corto plazo. Lo fácil es decir siempre sí a todo y apretar los dientes. No es papel fácil el de quienes tuvieron que advertir o legislar para ordenar y regular una realidad más bien distorsionada que beneficiaba aparentemente a toda la sociedad por igual. Después hemos visto que unos se beneficiaron más que otros. Por eso es más relevante el anuncio de la presidenta al evidenciar que el tiempo nuevo parte de asumir lo mejor y lo peor de lo pasado con la legítima aspiración y la obligatoria responsabilidad de no cejar ni un segundo en acabar con la pesadilla que vivimos como sociedad.