Los valores del deporte

El deporte es fantástico, sin duda alguna, y como muy bien me inculcó mi padre, el deporte debe ser una pieza básica de nuestra vida. El deporte es algo más que una forma de sentirse bien y contribuir a nuestra salud, es vida y es gente.

Hoy por hoy pocos conocen mi pasado con el deporte, años de mi infancia y adolescencia con el ” 7 ” a mis espaldas jugando al deporte que elegí, el baloncesto. Fui afortuna, mi padre, un gran tipo que ama el deporte, desde que tenía unos 5 años me fue mostrando varios deportes, para que posteriormente yo eligiera uno como deporte habitual, deporte que me acompañaría en el apasionante camino de crecer como persona.

Y hoy, tras nuestra “borrachera” de sentimientos y emociones con esta gran selección española, es un buen día para sacar de mi recuerdo a todas esas compañeras del Colegio de “La Presentación” (una de las canteras más fructíferas del baloncesto femenino en Málaga) y de la Selección Andaluza de Baloncesto, que me acompañaron durante muchos años y que conjuntamente crecimos como personas, amando un deporte y aprendiendo lo más importante: ¡ser un equipo! pese a tener grandes diferencias entre nosotras.

Es ahí donde hoy, y en estos momentos en los que la política es tan cuestionada, quiero pararme, y es ese sentimiento el que tenemos que rescatar.

Estaría bien que ese sentimiento de unidad y de contribuir cada uno en lo que pueda se contagiara también a la política nacional. Que fueran capaces de ver que aunque en estos momentos no tengan el “papel protagonista”, somos un país somos un equipo, y que aunque hoy estén en el “banquillo” la contribución al bienestar del país podría ser muy rica y extraordinaria.

Tenemos un claro ejemplo en esta selección española, en este gran equipo compuesto por personas con grandes diferencias y grandes ambiciones pero que a la hora de aportar, de contribuir y arrimar el hombro no lo dudan, y actúan con auténtica deportividad. Todos y todas hemos visto la elegancia y la humanidad de Pepe Reina, lo bien que ha actuado y lo mucho que ha aportado al equipo; en ningún momento ni ataques ni reproches ni recelos por no jugar, sólo contribuir en lo que su posición, aunque fuera desde el banquillo, le permitía.

La oposición no tiene que ser un espacio para realizar una destrucción del “equipo adversario”, si no que puede ser parte del equipo para el beneficio del país, para el beneficio de los españoles y españolas, porque la mejor oposición es una oposición que arrime el hombro, realizando una crítica constructiva, realizando propuestas y una oposición que no ataque a los pilares de nuestra democracia.