"Uno de los más grandes aportes feministas es que la ética antecede a la política, la prefigura y configura", Marcela Lagarde.

Si nos planteamos que la ética parte del conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad, concluimos en algo fundamental: el ejercicio político viene prefigurado y configurado por como actúas ante la vida. Es decir, si aquello que dices tiene reflejo en lo que haces. Y es que los hechos  son lo que dan credibilidad a tus palabras.

La política la hacemos todos y todas cuando elegimos como actuar diariamente ante cualquier situación. Hacer política no va de argumentarios perfectamente expresados, ni de arrancar el mejor titular, ni de acomodarse en los aplausos de los tuyos y tuyas, ni de llegar más alto, ni de alcanzar hitos imposibles en las redes sociales, ni tan siquiera de hacer un ranking de iniciativas. Hacer política se basa en de la utilidad que tu trabajo tiene ante los ojos y la vida de las personas a las que representas, sin olvidarte nunca de quienes no tienen más linaje que lo público, de poder hacer transformaciones profundas en la sociedad ligadas al reclamo de la sociedad civil. "HACER POLÍTICA", en mayúsculas, desde la grandeza de lo personal a lo político. Porque lo personal es político.

La ciudadanía no es un concepto abstracto, son las personas con las que convivimos y a quienes representamos. Es cierto que no siempre podemos atender todas las demandas que nos plantean, pero sí escuchar para entender y posteriormente emplear todos los recursos que estén en nuestra mano, todo el esfuerzo para transformar la vida de esas personas, pensando en la justicia social y la igualdad como elementos fundamentales.

Siempre ponerte en la piel de las y los demás. De nuestros mayores, porque lo dieron todo. De nuestra juventud, que además de ser futuro son presente. De nuestra infancia también, para que estén cargados y cargadas de oportunidades en igualdad de condiciones de vida. Y de nosotras, que estamos cansadas de escuchar que es nuestro tiempo, pero siempre lo dicen ellos y queremos sentirlo ya.

En definitiva, lo político transita desde lo personal, en cómo eres realmente desde lo privado, siendo consecuente en tu acción pública. Se basa en la capacidad de poner cara y alma a todo lo que haces. Y si no es así, no es ejercer la política. Si no es así, búsquenle otra denominación, quizá, vivir de la política.