BLOGOSFERA

Fuensanta Lima Cid

Pasemos de las intenciones a los hechos


La Declaración Universal de los Derechos Humanos, no es un simple documento de cabecera que a veces citamos para argumentar nuestras posiciones. Los Derechos Humanos no se debaten, se defienden.

Hoy quiero reflexionar sobre su artículo 4: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre. La esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”. Pues bien, ¿cuántas veces hemos oído, que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo?, ¿cuántos datos y análisis son necesarios hacer para abolirla? España es el país europeo con mayor demanda de sexo pagado y el tercero a nivel mundial. Uno de los principales destinos de tráfico de mujeres del mundo. La trata con fines de explotación sexual representa el 80% a nivel mundial y de este porcentaje el 90% afecta a víctimas directas, mujeres y niñas.

La prostitución es una forma de explotación que radica en las relaciones de poder, provoca servidumbre y sumisión. La trata es una manifestación extrema de violencia contra las mujeres de diversas formas, medios y sujetos. Tanto la prostitución, como la explotación sexual y la trata están directamente relacionadas y, por tanto, necesitan de una regulación integral para abolirlas, al ser una vulneración continuada de los Derechos Humanos.  

Porque a pesar de estar penadas, se necesita de la colaboración estrecha de las víctimas y de la condena pública de quienes hacen uso de ella. Tal y como expresaba Carmen Calvo: “el fin de la prostitución tiene que ser la lucha decente de la democracia entera y de los hombres”, con “leyes que obliguen, que prohíban y que ordenen”.

El modelo francés ha sido capaz de proteger a las personas que están expuestas y reconocer a las víctimas, contando con vías de salida, con programas de reinserción, con ayudas económicas, permisos temporales de residencia para las víctimas extranjeras, persiguiendo a los proxenetas, despenalizando a las víctimas, para propiciar su necesaria colaboración.

Teniendo como eje que el cuerpo de la mujer no puede ni debe ser objeto de mercantilización; es, por supuesto, un eje primordial, la sensibilización de toda una sociedad, empezando por los espacios educativos, donde no se acepte como código de conducta asumido, dejando claro que la prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, sino la forma de esclavitud más antigua del mundo, ejerciendo una forma directa de violencia hacia las mujeres.

No argumentaré más ante la necesidad extrema de abolir la prostitución y por supuesto todo ello conducirá a hacer desaparecer la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, con un fin último: ser una sociedad más decente y respetuosa con los Derechos que nos acogen como mujeres. Claramente, debemos abolir la prostitución.

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