BLOGOSFERA
Por la buena educación
:La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. Traigo aquí una de las certeras sentencias que nos dejó Nelson Mandela para poner en valor la necesidad de alcanzar un gran acuerdo social y político para que permita mejorar el sistema educativo de nuestro país.
Ese fue nuestro objetivo cuando tuvimos la responsabilidad de gobernar en España y sigue siendo ahora desde la oposición. El profesor Ángel Gabilondo, entonces ministro de Educación, consiguió un gran acuerdo en 2011 para reformar el sistema educativo. El PP se descolgó del consenso la noche antes de ser anunciado públicamente sin dar ni un solo argumento sólido para romper con el gran acuerdo conseguido.
Los negociadores del PP reconocieron -en privado- que en Génova (sede del PP) no les dejaban firmar ningún acuerdo con los socialistas por puro interés electoral. Grave error que han pagado los y las jóvenes de nuestro país a lo largo de estos 5 años.
Los socialistas seguimos creyendo firmemente en lo que dijo Mandela y, desde el gobierno o desde la oposición, mantenemos la apuesta por un sistema educativo público estable que necesita España.
Por eso nos hemos mostramos siempre en contra de la LOMCE. Una reforma educativa más conocida como Ley Wert por el apellido del ministro que tuvo el dudoso honor de ser el brazo ejecutor de los mandatos de Rajoy y al que el propio Presidente del Gobierno facilitó la huida al retiro dorado de París, dejando tras de sí un desastre de Ley cuya única virtud fue la de conseguir la unanimidad de toda la comunidad educativa, sindicatos y partidos políticos contra ella.
Estuvimos en contra de la LOMCE desde el primer momento y prueba de ello es que presentamos un recurso al Tribunal Constitucional ya en 2014, antes de que profesores, padres y alumnos empezaran a sufrir en sus carnes las arbitrariedades de la ley que el PP ha intentado implantar.
Desde ese momento, al ya mayoritario rechazo de todos a la LOMCE (profesores, padres, alumnos, rectores, sindicatos y Comunidades Autónomas), se fue sumando más y más gente ante una imposición chapucera y dañina para todo el sector.
No se ha dialogado con nadie y se ha intentado implantar sin claridad en las instrucciones a los centros educativos, sin respeto a los docentes y sin recursos económicos suficientes.
Por eso no hemos parado ni un segundo en la pelea por su derogación desde que fue aprobada por el rodillo parlamentario del PP en el Congreso. Hemos estado con la comunidad educativa frente a su implantación y contra una de sus medidas estrella a la vez que polémicas: las reválidas.
Llevamos al Parlamento, que en democracia es donde se pueden cambiar las leyes, el clamor de toda la comunidad educativa expresada por miles de manifestantes en las calles de toda España. Y conseguimos el apoyo de todos los grupos, menos el PP, para paralizar el calendario de aplicación de la LOMCE. Primer objetivo cumplido.
Tras este primer paso, que era urgente adoptar por la incertidumbre que tenían los alumnos y alumnas y sus familias, planteamos la creación de una subcomisión en el Congreso para alcanzar un gran Pacto de Estado Social y Político por la Educación en un plazo máximo de 6 meses.
Es imprescindible alcanzar consensos antes de plantearse cualquier tipo de reforma. Primero debemos tener claros los objetivos y empezar a construir teniendo en cuenta esas bases e implicando a toda la comunidad educativa.
La reforma nacerá muerta -como la LOMCE- si no tiene el acuerdo de toda la comunidad educativa y los agentes sociales.
La gran conquista de la sociedad española en los años 80 con los gobiernos socialistas fue establecer la base de la equidad en nuestro sistema educativo, con la igualdad de oportunidades como bandera. Nunca debemos perder ese pilar que ha de ser una de las bases de cualquier reforma educativa.
La reforma impuesta por el PP y ahora suspendida gracias al empeño que muchos hemos puesto en ello, era una ley segregadora; una ley mercantilista; una ley autoritaria y contraria a la participación democrática en los centros educativos; una ley clerical, que pretendía convertir el adoctrinamiento religioso en materia curricular y evaluable. En definitiva una ley clasista que devaluaba nuestro sistema educativo público de calidad en una educación low cost.
Los problemas de la educación española, que indudablemente debemos abordar, no se resuelven con imposición de revalidas ni catecismos, sino con diálogo, con inversión, con respeto a los docentes y con una apuesta simultánea por la calidad y por la equidad.
Este es el principio del fin de la Ley Wert. Hemos empezado, entre todos, a derogar la LOMCE y a trabajar por el gran acuerdo que permitirá aprobar una ley adecuada y consensuada. Los socialistas hemos logrado poner de acuerdo a todos para alcanzar el objetivo que reclaman los ciudadanos: lograr un sistema educativo estable y de calidad donde la igualdad de oportunidades sea la clave de bóveda del sistema. Es el mejor instrumento con el que podemos dotar a la sociedad española para conseguir un mundo mejor.