BLOGOSFERA

José Andrés Torres Mora

Si Maquiavelo levantara la cabeza


En las diversas etapas que tiene la relación de los hijos con los padres, justo después de aquella en la que te parecen los más listos y más fuertes del mundo viene otra en que estás convencido de que no entienden nada. Es precisamente en esa etapa en la que tus padres te dan los mejores consejos, que naturalmente no escuchas pero que, sorprendentemente, luego recuerdas toda tu vida. En fin, donde quiera que estés: padre, tenías razón, es muy importante elegir bien a los amigos. También es verdad que yo no elegí la amistad de Manuel Zafra, fue la fortuna la que eligió por mí. Y el profesor Zafra siempre me ha hablado de muchos y bellos libros, entre otros, ya hace largos años, de uno de Sheldon S. Wolin titulado Política y Perspectiva. Hace unos días me acordé de ese libro leyendo otro, de Hannah F. Pitkin sobre el concepto de representación, en el que ella reconocía el magisterio de Wolin. Y de esa manera la memoria y la gratitud hicieron el viaje de vuelta a mi amigo Manolo Zafra.

Wolin, y también Maurizio Virolli, me descubrieron a un Maquiavelo muy distinto al que circula por el imaginario colectivo, ese al que le atribuye la inspiración intelectual de Juego de Tronos. Un Maquiavelo que entiende que el príncipe debe “economizar” la violencia, porque: “cuanto mayor es su crueldad, más débil se hace su régimen”. Y también nos recuerda Wolin que Maquiavelo “advertía con claridad de los peligros derivados de confiar el uso de la violencia a los moralmente obtusos”.

Alessandro Ferrara, un brillante profesor italiano que me presentó mi admirado Fernando Vallespín aventura una interesante interpretación de la separación que hace Maquiavelo entre la moralidad y la política: “mientras que el ciudadano común puede ver remediados los agravios que sufre por el funcionamiento del imperio de la ley, el príncipe no dispone de ningún imperio de la ley o de ningún procedimiento judicial al que apelar en caso de que su Estado sufra daños por tener que observar él los principios de moralidad, por mantener su palabra, por ser leal con sus aliados, etcétera”. Dice Ferrara que el nuevo horizonte de las relaciones entre Estados, en el que cada vez de manera más clara vamos construyendo un “imperio cosmopolita de la ley”, hace menos justificable la separación entre moralidad y política en las relaciones entre Estados.

En todo caso, lo que Maquiavelo dejó claro es que ninguna “república” puede florecer si sus ciudadanos no practican lo que el llamaba vivere civile. Pues bien, nuestra “república” se ha llenado de gente que no ha entendido a Maquiavelo y que aconseja a los que ambicionan el poder usar la mentira, el cinismo y hasta la intimidación para obtenerlo y conservarlo. Hoy la violencia en nuestro país, afortunadamente, no implica derramamiento de sangre, aunque sí puede significar la destrucción de tu reputación y de tu trabajo. Hannah Arendt, lo dijo con atinadas palabras: “la violencia puede destruir al poder; pero es absolutamente incapaz de crearlo”. Pues eso, que si Maquiavelo levantara la cabeza, se escandalizaría.

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