BLOGOSFERA
Entre Escila y Caribdis
El previsible resultado del barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado el miércoles de esta semana, dibuja un escenario en el que ninguna fuerza política consigue una mayoría que le permita gobernar en solitario. En ese contexto, y pese a los deseos de los líderes de Podemos, es el PSOE el que, como ha ocurrido desde la Transición, ocupa la centralidad política en España. Hay más de una razón para sostener esta tesis. Aunque empezaré por aportar algo menor que una razón: un dato. En el barómetro del CIS, en una escala que va del 1 al 10, en la que el 1 es la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha, los españoles se sitúan, como media, en un 4,41. Al PSOE lo sitúan en un 4,61; en tanto que a Podemos lo sitúan en un 2,43, es decir, a la izquierda de IU, a la que sitúan en un 2,67. Por cierto, al PP lo ubican en un 8,24.
Conste que la centralidad no es lo mismo que el centro, que en la escala del CIS es el 5,5; precisamente en el lugar en el que los ciudadanos clasifican, como media, a UPyD con un 5,55. La centralidad tiene que ver con la capacidad de ordenar el juego político, de articular las diversas fracturas que producen las dinámicas de nuestra sociedad. Fracturas que en España son esencialmente, aunque no son las únicas, la que enfrenta a la derecha con la izquierda y la que enfrenta al nacionalismo central con los nacionalismos periféricos. La centralidad se expresa en la capacidad de establecer acuerdos, o más modestamente, en la capacidad que tiene una fuerza política de dialogar con más sectores que ninguna otra fuerza política.
Sinceramente me cuesta bastante trabajo creer que Podemos, desde la excéntrica posición ideológica que ocupa, pueda ejercer la centralidad en la vida política española. No veo a los nacionalistas periféricos dialogando y pactando con un partido, que dice que no juega a las banderitas, incapaz de reconocer la especificidad del problema territorial que vive nuestro país. Y, desde luego, tampoco veo a la derecha no ya pactando con Podemos, sino ni tan siquiera dialogando con ellos. De hecho, cuando el líder de Podemos dice que si no gana las elecciones probablemente se vaya de la política, no hace sino reconocer que no están preparados para gobernar la complejidad de un país atravesado por tan profundas fracturas como el nuestro. Es decir que, más allá de su irrealizable programa Que Se Vayan Todos, no tienen un proyecto político real para la España real, es decir, con todos los jugadores presentes en el campo.
Así que, durante los próximos meses veremos lanzarse dos campañas simultáneas contra los socialistas. Desde la derecha se les situará en el Frente Popular y desde la izquierda en la Gran Coalición. Hay quien piensa que la conjunción de ambas campañas debilitará al PSOE, pero bien pudiera ocurrir lo contrario. Es decir, que de la pregunta sobre con quién va a gobernar el PSOE emerja la evidencia de que el PSOE es la opción más realista para gobernar un país tan fracturado como la España de hoy, o del año que viene.