BLOGOSFERA
El economista liberal
El mundo es un pañuelo. En 1993, más o menos, como delegado de alumnos en la Facultad de Económicas que este año conmemora su 50 aniversario, traje a Málaga a Juan Iranzo, economista liberal y beneficiario de una de las maravillosas tarjetas black de Cajamadrid. Eran años en los que la sociedad empezaba a estar muy cansada del PSOE, yo aún no era militante -me afiliaría en 1994- y el paro, el despilfarro y la corrupción hacían mella en el partido del gobierno. Mario Conde tendría también su minuto de gloria en la Universidad de Málaga y mucha gente se apresuraba a emular a Gordon Gekko.
Iranzo intervino en el Paraninfo ante un auditorio nutrido. El Colegio de Economistas de Málaga contribuyó a financiar la conferencia y su fondo fue más que liberal. Le hizo mucha gracia el nombre de nuestro grupo claustral el ya mítico Aprobado General- y se llevó unos folletos para una conferencia que tenía que dar en Salamanca. Por la noche, en la cena, eludió los puyazos del entonces Decano de la Facultad, Francisco González Fajardo, sobre los liberales que predicaban el fin del salario mínimo desde la protección de mullidos contratos blindados. Prefirió entonces cantar las virtudes de su nuevo Audi, ignorando nuestro evidente deseo de debate ideológico.
Juan Iranzo ha dimitido como Consejero de Red Eléctrica Española a raíz del escándalo de las tarjetas black y del conocimiento de sus gastos, muchos de ellos de carácter variopinto. Pero no lo ha hecho aún como Decano del Colegio de Economistas de Madrid. Ha llegado a decir que no se arrepiente de nada, ya que consideraba la tarjeta opaca como un complemento de sueldo, como un incentivo. Habrá que preguntar entonces al reconocido economista liberal si efectivamente se ganó ese incentivo tan alegremente gastado, porque como Consejero lo que sí que ha conseguido es que todos los españoles inyectemos varios miles de millones de euros en Cajamadrid para evitar su quiebra. La eficacia de sus consejos parece que se puede poner muy en entredicho.
Como economista colegiado en Málaga no tengo dudas de lo que debe de hacer el inmaculado Iranzo. En un país que día sí, día no se escandaliza por nuevos escándalos de corrupción ayer mismo hubo otra redada masiva en las más altas esferas del país-, la responsabilidad de devolver a la sociedad una cierta confianza en las instituciones nos corresponde a todos. A los partidos políticos en primer lugar, por supuesto, pero también a los dirigentes económicos, sociales y empresariales. No todos los empresarios, ni mucho menos, son millonarios, ni han perdido el sentido común. Por eso hay que pasar las páginas ya escritas por Blesa, Iranzo, Mónica de Oriol, Arturo Fernández y similares, para abrir paso a un nuevo tiempo también en estos ambientes.
El domingo un medio de comunicación nacional se hacía eco de la cena celebrada en Madrid por el nuevo candidato a presidir la CEOE, Antonio Garamendi, a la que se dice que asistió nuestro Javier González de Lara. Sería interesante que todos los que estamos en el mismo barco como dice Sloterdijk- rememos de una vez por todas en la misma dirección, antes de seguir navegando en aguas cada vez más procelosas y turbulentas. El país entero lo agradecerá.